La visita del anarcocapitalista Javier Milei al Papa Francisco en el Vaticano pone en entredicho, como lo ha hecho antes, el papel político como Estado eclesiástico.
Diversos vicarios de Dios en Roma han recibido a dictadores, asesinos, torturadores y hambreadores sociales, e inclusive les han dado la bendición, como lo hizo el Papa Juan Pablo II con el dictador chileno Augusto Pinochet. Por ello no es extraño que, atendiendo a la liturgia de que todos somos hijos de Dios, el Papa Francisco haya recibido a su coterráneo Javier Milei, personaje proclive al nazismo, a la ultraderecha y a grupos de inspiración fascista no sólo en su natal Argentina, sino también a nivel internacional.
Milei admira el capitalismo globalizado y desea la aniquilación del Estado como modelo de guía social, pretende un minarquismo confuso de poder político que vislumbra sólo el poder del mercado y la sujeción del Estado a este poder, donde los trabajadores se arrodillen al empresario y su capital sin tener más derecho que el de convertirse en apéndices de la producción capitalista.
Pero Javier Milei también es un negacionista de los crímenes de la dictadura militar en Argentina, trata de crear un imaginario de desconcierto social y justifica la presencia los milicos argentinos, los cuales, para él, deben ser exonerados de sus crímenes.
Es notorio el ascenso de la derecha en Argentina frente a una crisis económica que arrastra desde hace décadas y que, no importando el color e ideología política, los gobiernos no han podido extirpar y crear el desarrollo social que exige su ciudadanía, la cual se ha extraviado y le dio un voto de confianza a Milei, que en su vehemencia se encuentra privatizando hasta los calzoncillos de la población.
Los pueblos, cuando son débiles e ignorantes, suelen encumbrar en el poder a criminales, asesinos y torturadores que causan grandes tragedias históricas, como sucedió con Hitler y Mussolini.
Milei se apresta a asestar un golpe económico sin precedentes en su país, pero el verdadero golpe ya lo reciben sus coterráneos, ahora, con la bendición del Papa Francisco.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.