Desde el positivismo como relación causal de la ciencia del siglo XIX aplicada al vínculo de la industria y los mercados, el desarrollo científico-técnico ha evolucionado en una especie de simbiosis incontenible que ha inundado el imaginario colectivo con el consumo de la ciencia aplicada que se objetiva, en gran medida, en mercancías que van desde cuestiones electrónicas (las más notorias), armas, industria pesada y ligera y hasta medicamentos.
La humanidad y sus sociedades suelen maravillarse y, sin contemplación ni reflexión alguna, disponer del frenesí de los mercados que lanzan productos para el consumo en masa, los cuales hoy se presentan en dispositivos telefónicos móviles, computadoras, aparatos de sonido, automóviles y todos los bienes y servicios que estén sujetos a compra.
Detrás de este vertiginoso ascenso científico-técnico transita la inteligencia artificial (IA) como repositorio mágico para aquellos que poco o nada usan su cerebro, e incluso para quienes lo usan y están trazando estrategias de control social en diferentes dimensiones con el uso lógico de la detección de patrones sociales, entre ellos apreciamos a industriales, políticos y sus agencias de control social, sectores privados con tendencias fascistas, racistas y xenofóbicas, así como a los acostumbrados conspiracionistas de intereses múltiples.
Mientras estos grupos nos ven como marionetas al alcance, la mayor parte de los sujetos sociales del planeta viven en la miseria y en la explotación que reproduce el estilo de vida de los consumidores de este mismo planeta, sólo que esta vez observados desde sus lógicas conductuales de consumo en un panóptico de poder que la inteligencia artificial ha empoderado significativamente.
No es para nadie un misterio que la detección de algoritmos en patrones de consumo marca también el control del estilo de vida y a su vez las inclinaciones culturales, políticas, ideológicas y sexuales de la población, por lo que la detección para desarticular nuestros intereses es la verdadera arma de control social que se une a las desarrolladas en los años 80 con las guerras biológicas, cuestión que la inteligencia artificial puede desarrollar analizando segmentos, grupos y desde luego enemigos potenciales y efectivos de quienes la utilizan en este panóptico de control social y aniquilación del enemigo.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.