Una noche aciaga, sin mayores convicciones, la de ese 6 de junio de 2021, cuando la oposición al gobierno de López Obrador se proclama triunfadora de los comicios intermedios más importantes de la historia nacional, porque lo que estaba en juego era el control político del Poder Legislativo para derrocar al actual gobierno.
¿Cuál es el origen de este fracaso político de la oposición? El péndulo de la respuesta oscila entre la debacle histórica de los gobiernos priistas y panistas que, en el primero de los casos, se cifra en el deterioro de la población en materias fundamentales como distribución de la riqueza y el ingreso, la pobreza y la desigualdad, la precariedad de la salud y la educación y, desde luego, la corrupción e impunidad de su clase política que incidió en la generación del robo del Estado y el crecimiento de la delincuencia; en el caso blanquiazul, una ilusión de “cambio político” que lo único que hizo fue favorecer el crecimiento de los capitales nacionales y extranjeros en detrimento de la pauperización de los trabajadores mientras la corrupción brillaba.
Este es el escenario lineal del origen del mal, donde México se convirtió en un país atrasado en América Latina pese, invariablemente, a contar con una riqueza estratégica como lo es el petróleo; por lo que frente a un Estado corrupto y que ampara la impunidad, su pueblo ha sufrido lo indecible y esa es la razón y epicentro de que la opción de López Obrador, que se cansó de decir por décadas que combatiría la corrupción e impunidad, amén de quitar a los políticos corruptos del PRIAN, logró calar hondo en el ánimo y el estómago de la ciudadanía.
En este escenario, PRI y PAN experimentan un retroceso mayúsculo y se perfila el continuismo de Morena en la presidencia de la República, cuestión que traza una descomposición de ambos partidos que han perdido capital político y las defecciones se han incrementado.
Significativos resultan los hechos de que, pese a que la economía mexicana arrastraba la depreciación económica del gobierno de Peña Nieto y la profundización de su deterioro en el actual gobierno, aunado al palo social que nos dio la pandemia y la contracción económica a nivel internacional, ello no ha incidido en la pérdida sustancial del capital político de López Obrador y su partido, lo cual deja claro que la ciudadanía que apoya al actual gobierno prefiere cagarse de hambre con López Obrador que dar un paso atrás por apostarle al PRIAN.
Desde Estados Unidos se calificaba, tan solo hace unas semanas, de falso mesías a López Obrador; es verdad, porque no es un mesías, es un político terrenal que caló hondo en todos los mexicanos que se cansaron de la corrupción e impunidad y están dispuestos a jugársela con un gobierno que se ha mantenido austero en la adversidad, sobrio en la crisis económica y solidario frente a la crisis sanitaria.
La próxima elección marcará la noche triste para el PRIAN y la noche alegre para la 4T.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.