Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) es, sin duda, una de las más bellas integrantes de Los Vengadores, a quienes ha acompañado en infinidad de aventuras. No es de extrañar, pues, que se merezca su propia película, Black Widow, de Cate Shortland, en la que se habla de sus orígenes.
Lo curioso del asunto es que la cinta parece haber sido hecha a destiempo y, en el guion de Eric Pearson y Jac Schaeffer, el personaje parece quedar relegado a un segundo plano.
Natsaha forma parte de una falsa familia de espías soviéticos en Estados Unidos, integrada por Alexei (David Harbour); Melina (Rachel Weisz), y Yelena (Florence Pugh), quien la busca. Ha encontrado un antídoto para liberarse del temible Dreykov (Ray Winstone), quien creó un ejército de asesinas a sueldo con el que piensa apoderarse del mundo.
Se trata del primer trabajo importante de esta realizadora australiana, que se ha dedicado mayormente a series televisivas como Bad cop o Smilf, y resulta evidente que no era fanática de la saga.
Por momentos, parece ser que, como Natasha ya pasó a mejor vida con los Avengers, no importa qué haga, y su hermana Yelena es quien se roba la película, demostrando el talento y la belleza de la intérprete de Luchando con mi familia, Mujercitas y Midsommar.
Black Widow aparenta ser un filme entretenido de Marvel; sin embargo, es un pálido homenaje a una de las heroínas más emblemáticas que tuvieron los Avengers.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.