Durante la década de los 80´s el sistema de pensiones para los trabajadores era muy diferente al que poseemos hoy en día, en donde las pensiones de las personas que se jubilaban eran pagadas por los trabajadores activos, a los cuales se les descontaba una parte de su salario para depositar a una cuenta que, en un futuro y tras muchos años de trabajo, les daría la posibilidad de acceder a una pensión digna y que asegurara su futuro, lo cual, en teoría es alentador; sin embargo, en la práctica se tornaba un tanto complicado.
Por lo que ante esta problemática, estaba claro, el sistema de pensiones debía ser reestructurado para enfrentarse de manera eficiente a los cambios económicos y demográficos que se le presentaban a la nación, no obstante, estas medidas llegaron a través de uno de los peores gobiernos y más neoliberales en nuestra historia, el cual fue tan malo que provocó el cansancio de la población y la alternancia dentro de la boleta electoral.
Hablamos, por supuesto, de la administración de Ernesto Zedillo, el cual se encargó de debilitar el Estado mexicano en muchos sentidos, así como de perjudicar a la población con la creación, en 1997, de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores), al igual que provocó la paulatina desaparición de los trenes para pasajeros en nuestro país, lo que significó un gran retroceso de la comunicación entre las entidades federativas, aunque eso no es lo que hoy nos compete analizar.
Más bien, es necesario comprender el funcionamiento de las Afores y qué importancia tienen dentro de la nueva reforma de López Obrador, acérrimo enemigo de Zedillo, que habla de la creación de un Fondo para el Bienestar. Esta reforma está destinada a que los trabajadores puedan acceder a una pensión digna sin tener que pasar por los problemas que desata el actual sistema de Afores, en el cual los trabajadores deben asignar una parte de su salario dentro de este programa controlado por ciertas empresas que lo destinan a los llamados Siefores, que consisten en un sistema de inversión para que el dinero “crezca” y se pueda aumentar la pensión a la que aspira el trabajador.
No obstante, la desinformación sobre este sistema ha perjudicado a los trabajadores, ya que por administrar e invertir los ahorros, estas empresas cobran una comisión; sin embargo, en ocasiones lo hacen de forma doble sin que la gente sepa, de igual manera, los altos porcentajes de estas comisiones hacen que su pago limite sus posibilidades a una buena pensión, ya que cualquier dividendo que se pueda obtener de las inversiones, en su mayoría, irá destinado al beneficio del dueño de la afore y no del trabajador. Esto hace que nuevamente este sistema deba ser reformulado, no debería ser permisible que los trabajadores que dan su esfuerzo a una empresa o al sector público, arriesguen sus ingresos en algo que no les dará la calidad de vida deseada.
En este sentido, el Fondo para el Bienestar se presenta como una solución a esta gran problemática, destinando el dinero inactivo de aquellos ahorros que no hayan sido reclamados de los Afores al nuevo Fondo, haciendo que este sea automáticamente financiado y encargado de brindarles una pensión que les dé una vida digna, mostrando el aparente compromiso de López Obrador con la gente y que busca mejorar su calidad de vida. Sin embargo, está por verse qué tanto tiempo se podrá financiar este Fondo, y si, como dice el presidente, las ganancias de otros macroproyectos puedan mantener el nuevo Fondo de Pensiones para el Bienestar; en esencia, esta medida es ambiciosa, pero, en un análisis profundo, es cuestionable si será perdurable.
Por: Carlos Nander
Estudiante de la disciplina de las Relaciones Internacionales en búsqueda de los posibles efectos que pueden generar dentro de nuestro país. Amante del conocimiento, la historia y el cine.