Sin pelos en la lengua, desde hace siglos el mundo del revés se yergue como una afrenta para los ciudadanos que han sido robados, explotados, utilizados y humillados por la creación más monstruosa que se le haya podido ocurrir a los hombres: el Estado y su clase política.
Todo economista serio sabe que el capitalismo no crea riqueza, se apropia de ella como producto del trabajo y queda en manos de una minoría que controla la verticalidad de las relaciones sociales de producción; trazo en el cual la propiedad privada sobre los medios que permiten llevar a cabo esa producción, a la postre, termina atando a la sociedad que vende su trabajo.
Esta cadena de desigualdad entre propietarios y trabajadores es la gran brecha que tiene al mundo al revés y que propina una maldad indiscriminada a través de la estructura jurídico-política del Estado que, por cierto, en nuestros días está sujeta a la ferocidad del mercado.
El panorama en América Latina sobre la incertidumbre de los trabajadores de todo tipo, sean del campo, de las fábricas o intelectuales, es tan complejo que ha generado diferentes protestas que culminan con una represión brutal por parte del Estado que protege a las élites que resguardan y concentran su riqueza, sin querer brindar la justa retribución al trabajo asalariado. Existen ejemplos como el de Chile, donde la policía, utilizando balas de goma en las protestas, dejó a cientos de ciudadanos mutilados de sus ojos.
Mientras la clase política se resguarda en leyes oscuras y maniqueas y vive a cuerpo de rey con sueldos increíbles, como los diputados, el pueblo se caga de hambre, vive en la miseria sin ninguna esperanza, creando con ello un rencor social sin precedentes que tarde o temprano cobrará la vitalidad de la conciencia para resarcir este crimen a la humanidad.
Todo indica que la ciudadanía terminará abortando a los sátrapas de la política, que habrá de llegar esa encrucijada donde una despensa, dinero y promesas no podrán comprar un voto o la conciencia de aquellos que miran con claridad el mundo del revés.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.