El monstruo de Ecatepec

Se ha tendido una cortina de humo con “el monstruo de Ecatepec”, aprovechando la morbosidad y el aparente impacto social que genera un carnicero que sobrepasa las “lógicas” de lo cotidiano.

El jugo que le han sacado diferentes medios al dichoso monstruo es más que palpable que prostituta de La Merced, pero esto se debe a que el país no edifica lo relevante en materia de desarrollo y oportunidades, por lo que pescarse de una noticia de esta tesitura es común.

El asesino de Ecatepec es una de tantas anomias de un mundo violento y descompuesto que no puede ya causar asombro, pero que sirve de distractor y cortina de humo a un sexenio donde la impartición y procuración de justicia brillan por su ausencia; más aún, un sexenio que después del intento fallido de las reformas estructurales, apagó la luz y a otra cosa mariposa.

Por ello, vale la pena dimensionar el escándalo, porque cada hora en el país son asesinadas 3.7 personas sin que advirtamos que la violencia y el crimen no son una excepción en la sociedad mexicana, sino una constante; realidad que debería habernos conmocionado y servir para exigir hasta el cansancio una respuesta eficiente a la inseguridad y la violencia que privan en el país.

En relación a la delincuencia organizada y los estragos sociales que ha causado, el monstruo de Ecatepec es un pedo en un huracán, una mamarrachada del tamaño del mundo, pero se encubren los crímenes violentos en su mayoría y de lo que sabemos, por lo general nos enteramos por periodistas que hacen investigación, o bien, cuando el crimen organizado deja huellas como cadáveres al descubierto, colgados o en camionetas.

El monstruo es un pobre monstruo, un pendejo desquiciado que debe pagar los crímenes que ha cometido, ni dudad cabe, pero es menos maligno que el terror y la inseguridad que viven entre la ciudadanía, donde otros monstruos menos “notorios”, donde pelos más pelos menos, los últimos dos años hemos tenido más de 22 mil muertes violentas, sin que hasta ahora el Estado sepa cómo combatir al monstruo que nos acuchilla todos los días.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.