Reza el adagio beisbolero que bateador emergente se poncha o da hit. Y es que, por lo general, se trata de un movimiento arriesgado del mánager que trata de ganar un juego cambiando a alguien que piensa que no puede hacerlo.
Contra lo que pudiera esperarse, no se trata de un puesto muy especializado. A nadie le gusta estar en la banca todo el juego, para solamente salir a batear en un momento de presión; por eso, los mánagers utilizan como emergente a uno de los jugadores más veteranos del equipo, o a algún titular que esté descansando o medio lesionado. Si el emergente funciona, el mánager queda como un genio; si no lo hace, se convierte en el chivo expiatorio.
El caso más recordado es el de la final de la temporada 1994, entre Sultanes y Diablos. En el séptimo y decisivo juego, el mánager escarlata envió a batear de emergente a Rogelio Cobos, quien conectó un doblete por la raya del jardín derecho que significaría el título para los escarlatas. Fue el momento de gloria para este nativo de Cerro Azul, quien nunca se pudo establecer como titular en el Águila o el Oaxaca.
Recordamos a otro emergente inolvidable: Alfredo el Zurdo Ortiz. En su etapa como manejador de los Tigres, desafió las burlas del mánager rival Benjamín Reyes, quien le dijo: “¿A dónde vas, viejito?”, para conectarle el hit que los dejó tendidos en el terreno.
En Grandes Ligas recordamos a especialistas como Manny Mota o Jorge Orta, alargando sus carreras como emergentes, pero lo cierto es que no es un puesto muy deseado, pues todos quieren estar en el campo de juego todo el tiempo.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.