La batalla para derrocar el monopolio de la justicia del Poder Judicial aleccionó a la casta política del antiguo régimen que no existe estructura política que sea intocable y que, frente a la aplanadora política de Morena, el sistema político se encuentra en franca reestructuración democrática en la nación.
Empero, mientras para las fuerzas políticas guinda todo era vítores y festejos en el Senado, en el PRI Nacional se cernían las sombras fantasmagóricas sobre la cúpula dirigente: el INE falló desde la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos en contra de la reforma de los estatutos del PRI.
La pantomima de la Asamblea Nacional del PRI se había ido por tierra y, con ella, la reelección de Alejandro Alito Moreno y Carolina Viggiano en la dirigencia tricolor, lo cual plantea un doble escenario:
I. La cúpula deberá intensificar el círculo de prebendas y castigos
En esta atmósfera, la cúpula del PRI debe replantear el esquema de prebendas y castigos que en los hechos iniciaron frente a la debacle del 2 de junio y en el éxodo de cuadros hacia Morena, principalmente, y hacia las estructuras de los gobiernos guinda que, en el caso de Hidalgo, se adhirieron sin miramientos y escrúpulos; cuestión que Carolina Viggiano acusó de traición política.
II. El control de la insurgencia política
Llegó el momento definitorio de las fuerzas de insurgencia política en el PRI. La lógica en la correlación de fuerzas frente al fallo que le asestó el INE a la cúpula que dirigen Moreno y Viggiano impone que la vieja guardia en manos de Dulce María Sauri, Francisco Labastida y Manlio Fabio Beltrones (actor en ambivalencia política) contrarresten con los grupos adherentes de la militancia y cuadros políticos de poder la reacción para retomar el control del partido.
Sin embargo, si algo caracteriza el ascenso de Alito Moreno y Carolina Viggiano en el control del PRI es que su fuerza política debilitó a los cuadros de la vieja casta, causando división del juego de intereses a través de un nuevo enfoque de prebendas y castigos. Entonces, “el nuevo PRI” recobraba la identidad de sus orígenes, donde la concentración del poder de cúpula lo hizo grande, sólo que esta vez sin controlar el aparato de Estado y sin constituirse como partido hegemónico.
¿Cómo concebir al nuevo PRI?
Es un partido de derecha populista que mantiene los resabios de estructuras políticas en decadencia, que aún conservan la adhesión de sectores de las élites empresariales y terratenientes que florecieron a su amparo y que esperan que la maquinaria de partido recupere el poder.
Frente al fallo del INE, nuevamente Alejandro Moreno desplegó la retórica de enfrentamiento que lo caracteriza, señalando: “Hay una persecución y bastantes presiones, pero a mí ni me van a amenazar ni me van a asustar”. La arenga es la misma, sólo que esta vez, frente a la derrota por la batalla del monopolio del Poder Judicial, sus palabras están vacías y el eco de su voz sugiere analíticamente un cuestionamiento de fondo: ¿con qué capital político va a negociar ahora?
El INE pone en capilla a Alito y Carolina, mientras las fuerzas de insurgencia del PRI se aprestan a devolver el golpe de Estado.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
