El GPI y los privilegios del poder  (Parte II)

El paso obligado del GPI es construir un partido político o controlar un partido del espectro partidista. Se trata, en lo profundo, de una cuestión de poder orgánico de la cual carece el GPI y que hace que quede acéfalo dentro de la jugada política a diferencia del Grupo Universidad.

Omar Fayad se había autodesterrado del PRI, las condiciones de operación política desde la gubernatura sobre el partido tricolor llegaban a su fin y el ascenso de Julio Menchaca marcaba, en definitiva, los momentos de crisis admitida en el bastión priista y la construcción de un proyecto alternativo en Morena que había crecido desde el capital político de López Obrador.

 

Carolina Viggiano le había asestado a Omar Fayad un golpe de partido. Se aseguró de que las líneas de control que sobrevivían en la adhesión al exgobernador de Hidalgo quedaran silenciadas y obstruyó cualquier ascenso y sombra de los adherentes de Fayad Meneses en el PRI, por lo que se produjo la primera migración y defección política: algunos se fueron a Morena y otros, al quedar en el aire, comenzaron a demandar de Fayad Meneses el reconocimiento a su lealtad, por lo que la creación del GPI fue cuestión de tiempo.

 

Es evidente que, frente a la imposibilidad de construir un partido político, el Grupo Plural Independiente tenía dos tareas:

 

I. Construir una fuerza política

Omar Fayad era el político exitoso que había pactado su llegada a la gubernatura de Hidalgo dejando marginados hasta a Carolina Viggiano, pero el resto de los personeros que darían el salto al GPI, como Julio Valera, habían perdido el gas suficiente para impulsarse por sí mismos, por lo que era necesario darle estructura al GPI, cuestión que fue incipiente y carente de una operación de principios, inclusive porque no había aparecido en la escena política provisto de ideología, por ello era “plural”.

 

II. Plantear la penetración e infiltración

Fue, sin duda, el trayecto de los desencuentros de Omar Fayad con Carolina Viggiano y con Alito Moreno (en un segundo plano, pero no menos decisivo) lo que hizo que Fayad Meneses concitara la jugada de penetración e infiltración política que culminó con la adhesión del GPI a la bancada de Morena en el Congreso de Hidalgo. Sin embargo, el GPI quedaría “acéfalo” porque Marco Rico, pese a todas sus carencias de visión política, percibió que si el GPI jugaba desde el capital político de Omar Fayad, se podrían acomodar nuevas líneas de acción política en Morena e, inclusive, en las Rutas de la Transformación de Julio Menchaca en la fase de operación política para constituir el bastión guinda.

 

A este rompecabezas le hace falta una pieza decisiva.

 

El GPI nace desprovisto de la fuerza de un movimiento social y del poder orgánico de un partido. Es un grupo político con escasa penetración ideológica, pero con un poder de operación política horizontal en torno a la casta política migrante del PRI y frente al poder orgánico y lealtades que construyó Omar Fayad que, inclusive, trazaron acuerdos y un pacto político con López Obrador. No obstante, sin la posibilidad de acceder al poder directo en Morena y al gobierno de Julio Menchaca que ha iniciado una depuración de cuadros.

 

Es en este trazo la gran diferencia con el Grupo Universidad (GU) que controla al PT y con ello genera un poder de doble impacto: mantiene fuerza de penetración política de grupo en un sector dinámico de universitarios y juega en el esquema del sistema político de partidos. Esto crea un doble espectro de poder que, si bien es cierto en estos momentos no le permite operar al GU con la vitalidad y fuerza necesaria para controlar la dirección del Congreso local y del gobierno de Julio Menchaca, sigue siendo un interlocutor político con fuerza propia.

 

Por ende, el paso obligado del GPI es construir un partido político o controlar un partido del espectro partidista. Se trata, en lo profundo, de una cuestión de poder orgánico de la cual carece el GPI y que hace que quede acéfalo dentro de la jugada política a diferencia del GU.

 

Omar Fayad se alejó de México con la Embajada de Noruega, pero jamás dejó de estar presente en la escena política de Hidalgo, que hoy cobra una fuerza inusitada porque Julio Menchaca es un interlocutor del Plan Claudia y el gestor del 2º. Piso de la transformación de Morena y de la creación del bastión guinda.

 

La idea de partido en el GPI es la pieza que le hace falta al rompecabezas para garantizar que, de los primeros pasos de penetración e infiltración política, llegue al esplendor del sistema de partidos.


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