El GPI y la creación de un nuevo partido en Hidalgo

El recibimiento del GPI a la migración priista sí condensa un movimiento astuto en la adhesión a sus filas y crecimiento de masa, porque el próximo paso que advierte es la creación de un partido local que refuerce su presencia política en Hidalgo.

En Hidalgo, después de que Alejandro Moreno asestara el golpe de facto y de iure al PRI, el GPI oferta cabida a la migración tricolor que en la defección encuentra consuelo político frente a la petrificación del dinosaurio en el neojurásico de su historia.

 

Examinar analíticamente los recovecos de la política de Hidalgo impone, desde la cruda óptica del juego de intereses, cómo, paulatinamente, la fragmentación de grupos de poder, partidos satélites y personeros con capital político van tejiendo redes que intentan cercar al gobierno de Julio Menchaca para, en los dividendos de la obstrucción política, pervivir en una escena de juegos de pesos y contrapesos, cuya mezquindad nada tiene que ver con encauzar la voluntad del pueblo.

 

El GPI asestó un golpe político en paralelo al que realizó Alejandro Moreno en la Asamblea Nacional del PRI, al aprovechar la migración política que devino de la instauración hasta 2032 de un nuevo periodo jurásico o neojurásico, en el cual la reelección y perpetuación de poder es evidencia de dos vectores: en primer término, se consuma la involución política en el PRI, que bajo un golpe político de iure y de facto afirma el poder omnímodo (absoluto) de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano en la cúpula dirigente; y en un segundo movimiento, sin audacia alguna, revela que la antidemocracia es el signo de ese poder omnímodo.

 

Pese a que no es una jugada fina de ajedrez político, la oferta del GPI a la migración priista sí condensa un movimiento astuto en la adhesión a sus filas y crecimiento de masa, porque el próximo paso que advierte es la creación de un partido local que refuerce su presencia política en Hidalgo.

 

La creación de un partido local trae consigo dividendos de coexistencia política en la penetración gubernamental y es una maquinaria que permite ser articulada y financiada por las estructuras electorales, por lo que su proyección aumenta en la escena del sistema de partidos y puede generar una nueva casta política que lo mismo aproveche el desconcierto de la debacle de la oposición que amalgame al sector de votantes y ciudadanía joven que busca nuevos espacios de representación.

 

En este escenario de tiempos y movimientos políticos, Julio Valera, en el diálogo de rearticulación política que vive Hidalgo, apresta la construcción de una nueva cúpula de poder que, al igual que el Grupo Universidad que controla al PT, ahora intentan crear un partido político que resulte el catalizador de la fuerza del Grupo Plural Independiente, garantizando de forma análoga la espada de doble filo que ha consumado el GU.

 

La formación e incursión de los grupos políticos como GU y GPI en Hidalgo es prueba palpable que el sistema político es poroso y que frente a una cultura política precaria de la ciudadanía (parroquial o vasalla como enuncian Almond y Verba) se puede acceder y detentar el poder del Estado.

 

El gatopardismo del GPI habrá de aprovechar los espacios vacíos del sistema político para, en una imagen de coexistencia “democrática”, articular una nueva casta política que incremente -desde la creación de un partido político- el capital y rentabilidad de las operaciones de presión e infiltración gubernamental.

 

Tanto el GPI como el GU constituyen un lobby de presión al gobierno de Julio Menchaca e intentan mimetizar sus acciones aprovechando la ignorancia política y el contubernio público con aquellos sectores que, encubiertos en las filas de Morena, sólo protegen intereses personales de sus negocios privados con fachada pública.


ARCHIVADO EN:
, , , , , , ,