El fenómeno fosfo-fosfo en Hidalgo

La renuncia de Adriana Flores al PRI y su adhesión a Movimiento Ciudadano la convirtió en una nueva opción para la juventud, que siente por el antiguo régimen un rechazo social sin precedente. Flores se une en esa “tercera vía” a personajes como Luis Donaldo Colosio Riojas o Mariana Rodríguez.

Un fenómeno creciente en Hidalgo es la atomización del voto generacional que marca una socialización política distinta a lo ocurrido en procesos electorales que precedieron a esta conducta política.

 

En una arena política convulsionada, donde las migraciones y defecciones que marcó con nitidez el GPI de Omar Fayad y, donde el trasiego de colores de políticos de la vieja guardia como “el profe” José Guadarrama y los devaneos que se presentaron en las cúpulas de partidos como el PT, el mensaje fue claro: la personificación del poder no es una alternativa.

 

Los grupos políticos independientes y el absolutismo de la detentación de escaños de la vieja guardia política han marcado un rechazo social sin precedente, exigiendo que el sistema político entre en una recomposición de las lógicas que han permitido perpetuar la personificación del poder y el amparo de partidos como estructuras de negocios privados. Se trata de una crítica social aguda a la presencia e imagen del capital político golondrino en el que se ha convertido la conformación de los grupos políticos independientes y la migración política.

 

La mayor parte de las personas en el planeta no votan en los procesos electorales por el peso ideológico, la cognición o cultura política y, mucho menos, por ser militante de un partido político -la mayor parte de la ciudadanía en el país no milita-, el voto suele tener un matiz utilitarista y de proyección de oportunidades sociales. Por esta razón, presenciamos con denuedo en este proceso electoral que la oferta política prometió escenarios posibles e imposibles; de todos modos, se trataba de causar un impacto de utilidaden el proyecto político que, entre más beneficios sociales ofertaba, mayores serían las posibilidades de encumbrarse en el poder.

 

En este trazo, el sentido político disruptivo de Movimiento Ciudadano ha creado un fenómeno digno de ser revisado en Hidalgo. En un contexto que está precedido a nivel internacional de nuevas generaciones que están buscando una tercera vía”, la cual se une a una percepción de que “la juventud” se mueve vertiginosamente y que los modelos políticos antiguos y los que prevalecen no pueden encauzar por “brecha generacional” las condiciones que impone una forma de conducta social que no ha sido interpretada por los modelos políticos que imperan en el mundo.

 

Si se observa, la edad de los aspirantes a puestos públicos en el planeta ha disminuido de manera nítida y en México la tendencia es clara.

 

En Hidalgo, Adriana Flores en el ascenso fosfo-fosfo, candidata al Senado por MC, marcó una de las dimensiones de la gran ruptura política que encabezó el GPI con el PRI Hidalgo; que, para el análisis, sitúa la ruptura política como un encaro y reproche a la antidemocracia partidista y el absolutismo de cúpula tricolor.

 

El impacto naranja en el discurso de Máynez en el país venía precedido del impacto fosfo-fosfo de Mariana Rodríguez en Nuevo León, pero se diseminó rápidamente en el ascenso político generacional que figuras como las de Luis Donaldo Colosio proyectaron y que se percibe como “derecha buena onda”, que sitúa a la diferencia generacional como una postura de toma de poder en prospectiva para la próxima década en México e Hidalgo.

 

Ante la debacle política de los partidos del antiguo régimen y, concretamente, del bastión priista, el movimiento naranja que hoy encabeza Adriana Flores como ícono de la “tercera vía” en Hidalgo marca un fenómeno político de alternancia que habrá de ir in crescendo, como efecto de renovación generacional que en el planeta está jugando más allá de la perspectiva ideológica, sino con prospectiva etaria de nuevo milenio.


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