El fantasma de la corrección política

Vivimos en un mundo impensable donde las palabras ya no pueden ser utilizadas en la amplitud del lenguaje, donde la victimización de las minorías les concede privilegios, creando una nueva sociedad estamental donde ser víctima otorga estatus al amparo de las redes sociales.

 

La oscilación del péndulo de la “corrección política” atraviesa por el género, la etnia, la raza, la preferencia sexual, inclusive la discapacidad; todas realidades que deben ser ponderadas, sin que ello implique crear violencia sobre los grupos de personas que no pertenecen a las minorías.

 

Norberto Bobbio, al referirse a la democracia, había advertido la tiranía de la mayoría, condición debatible, pero que admitía que las mismas formas de representación entrañaban violencia social. Hoy, esto ha trazado un camino invertido donde victimizarse o ser víctima no se pondera con respeto, sino con un sitial jurídico que ha causado una sociedad estamental o de privilegios: la sociedad de la victimización.

 

Es contundente que es necesaria la protección hacia cualquier ser humano que se vea violentado en sus derechos civiles, políticos y humanos; es también verdad que no se debe permitir el discurso de odio; no es menos cierto que el Estado debe amparar a todos por igual. Sin embargo, no entrar en los discursos de las personas que se colocan en el escenario de la “corrección política” es poco menos que temerario: no se puede ser blanco porque puede ofender o lastimar; si no perteneces a una etnia, puedes ser señalado; si no te asumes como partidario de una identidad de género, puedes ser atacado; en fin, un mundo del revés donde los que claman por tolerancia se han vuelto intolerantes e inclusive provocan violencia social.

 

El colapso de la “corrección política” ha hecho que las personas que no pertenecen a minorías o a víctimas, se amordacen o escondan sus actos y palabras por el miedo a ser acusado de intolerante, comunista, fascista, nazista, violento, racista, sexista, machista, reaccionario, conservador, misógino, heteropatriarcal, xenofóbico, homofóbico; en fin, el sinnúmero de adjetivos o calificativos que implican el linchamiento social, la neo-inquisición, o bien, las nuevas formas de lapidar in situ o a través de las redes sociales o medios informativos.

 

La mordaza de la “corrección política” amenaza con una purga estamental de la sociedad de las minorías victimizadas, cuyos privilegios jurídicos van más allá de las condiciones de respeto a los derechos humanos y a las personas en general.

 

Es necesario que el Estado de carne y hueso comprenda que la violencia de la “corrección política” amenaza todo, que es una forma de neofascismo y neonazismo, donde ahora la inversión del arquetipo es la opresión violenta de la minoría frente a la mayoría y no la búsqueda de un mundo de tolerancia, justicia y paz social.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.