Sin mayores aspavientos, Alejandro Alito Moreno se había mantenido sin alocuciones o comentarios hasta que trascendió en el Senado de la República el posicionamiento morenista de que ¡la reforma va!, sólo que esta vez no se trata de la reforma al monopolio de la justicia del Poder Judicial, sino de la reforma electoral.
En los entretelones de la política en Hidalgo, el PRI y el PAN ya se aprestan a desplegar las banderas contra la reforma electoral, que en uno de sus planteamientos centrales eliminaría el sofisma de las candidaturas plurinominales o de representación proporcional que creó como farsa política el antiguo régimen para contar con la audición de partidos rémoras y satélites a los que llamó despectivamente: “chiquillada”.
La eliminación constitucional de las llamadas “pluris” desterraría de la faz política, prácticamente, a lo que queda del PRIAN y a sus partidos satélite, lo que ha causado tal estupor en Alejandro Alito Moreno que ya le quita el sueño el éxodo de priistas a las filas de Morena, los cuales no necesitan hacer cálculos matemáticos para darse cuenta que el escenario que les espera de continuar en las filas del tricolor -o del blanquiazul, lo mismo da- tiene sus horas contadas.
La reforma electoral es, en todo momento, el epicentro de extinción del sistema político que acuñó el antiguo régimen, por lo que los resabios electorales y sus contradicciones contra la voluntad política del pueblo, como lo implican los escaños plurinominales, serían cercenados y con ello a mercado político abierto, las fuerzas de la oposición pasarían a ser mercancía política en desuso o en inutilidad gubernamental.
El trazo de empoderamiento de Morena en Hidalgo se encuentra en franca expansión, donde factores como el capital político que ha alcanzado el gobernador Julio Menchaca en su gestión -que destaca por la proximidad ciudadana en las Rutas de la Transformación-, así como el desmembramiento del PRIAN y la operatividad política del partido guinda en su cruzada de afiliación política en Hidalgo, han dado carpetazo al bastión del antiguo régimen.
En los entretelones del Senado, frente a la impotencia que ha causado la directriz de la reforma política, ha perfilado impugnaciones de Alejandro Alito Moreno contra el líder de la Cámara Alta, Gerardo Fernández Noroña, las cuales son ya insalvables, porque Alito no quitará el dedo del renglón pese a que no lo asista la razón ni la fuerza política.
La dramática realidad de los rendimientos políticos decrecientes de la oposición se recrudece y agudiza no sólo por la reforma electoral, sino porque en el fondo ya no presenta argumentos de conducción e interlocución política válida para la ciudadanía y sus partidos políticos son un verdadero desastre orgánico.
A Alejandro Alito Moreno el éxodo de priistas le ha quitado el sueño, quizá porque sin agremiados al partido tricolor ya no habrá a quien abanderar eternamente.
El escenario político en torno a la sucesión transexenal de 2030 no advierte en ningún modo la recomposición de las fuerzas políticas de la oposición, sino sólo continuar siendo comparsa política, donde el dueño de la casa expulsa al muerto y al arrimado a los tres días.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
