Nada tan catastrófico como el doble discurso de los políticos en México. Salvo raras excepciones, la credibilidad es prenda perdida de los políticos debido a la inconcreción de la tarea pública, de los pesares de la demagogia y el gatopardismo que esconden los intereses de las élites, de las cuales la clase política suele ser juez y parte. Escudriñemos sobre la tipología de los políticos y sus acciones:
- El rastrero. Este político se caracteriza por ser un adulador, condición que Maquiavelo advirtió hace 500 años, pero en nuestros días tiene más peso porque la difusión en medios y redes sociales es mayor, y entonces la hiel de su retórica e imagen suelen torcerlo todo.
- El oportunista. Este perro suele andar de encargo en encargo y se sirve con la cuchara grande de las prebendas que obtiene. No trabaja ni para despeinarse y odia profundamente a sus subalternos; es una eminencia del utilitarismo político; no le interesan los principios o valores del partido en el que juega y, como los grillos, salta de partido en partido o de puesto en puesto con tal de seguir mamando la teta pública.
III. El omnipotente. Este sujeto cree que lo puede todo, utiliza el puesto, o el fuero, para imponer su lógica, aunque sea equivocada; suele ser vertical en sus juicios y es parcelario; no le rinde cuentas a nadie; su egoísmo es mayúsculo y también se sirve del puesto, pero, en definitiva, con este cabrón no se puede ni hablar.
- El omnisciente. El sabelotodo, cuando es instruido por lo menos se aguantan sus mamonerías y existe un halo de verdad en sus palabras, pero cuando no lo es, la cosa toma otro matiz, porque suele ser absurdo, dogmático, abusador y no reconoce ninguna lealtad. Es un fastidio en su área de trabajo porque no hay mejor idea que la que él esboza.
- El omnipresente. Este pendejo es una maravilla, cree que nada se le escapa de la realidad y utiliza múltiples formas de control para hacerse presente en todas partes; crea redes de chisme y espionaje, utiliza dispositivos como cámaras ocultas y abiertas, sistemas de sonido, checadores de tiempo, hojas de ruta, visitas inesperadas y esperadas; en definitiva, es Dios en la tierra o el puesto público, lo mismo da.
- El resentido. Un cabrón insufrible, históricamente fue un relegado, jamás le dieron nada y cuando llega a tener un encargo público se desquita de todo y con todos. Asume que nadie tiene cualidades o valor y, por lo tanto, no se tienta el corazón para despedir o humillar a los subalternos. Es la mierda más absurda con la que te puedes topar.
VII. El matrero. Es astuto y conoce los recovecos de la jugada política, no hace amigos sino relaciones de interés, prescinde de cualquiera y utiliza a cualquiera; está dos pasos delante de la jugada y sólo vela por el bien de él y de los pocos que quiere. No tiene lealtades, pero las exige y es ampliamente codicioso.
VIII. El todopoderoso. La combinación de todos, es el arquetipo del tirano y el rey sol, le da la espalda a todos y su cesarismo lo hace verse como un dios; no acepta nada y rechaza la verdad, crea su propio mundo en el que envuelve la realidad social para convertirla en tumba, parque de diversiones o ilusión.
Visualiza en la historia pasada y presente estas conductas, seguro estás cerca de uno de estos políticos.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.