En Hidalgo, las fuerzas del PRIAN dan palos de ciego en la recomposición de sus estructuras políticas, mientras el Grupo Universidad/PT da la batalla por el presupuesto público universitario ante HSBC, y el PRD -como partido local- vive las mieles del financiamiento público que lo revitalizará como actor protagónico en la arena de la partidocracia estatal.
En el Congreso local, las fuerzas de la oposición se han plegado a la serie de iniciativas y reformas aprobadas debido a que fuera de la iniciativa de preservación del agua de Marco Mendoza de la bancada del PRI -la cual ya había sido contemplada meses antes con las medidas del Plan Hídrico de Emergencia del gobernador Julio Menchaca en consonancia a las medidas del gobierno de López Obrador- no han presentado iniciativas que hayan destacado.
En esta atmósfera cae como bomba para el PRI Hidalgo de Marco Mendoza y la inmovilidad política por la que atraviesa la oposición, la instalación de la Comisión Instructora en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que analizará el desafuero del líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, quien ha señalado que: “felizmente voy a esperar que presenten el desafuero y lo voy a enfrentar con la Constitución, y los voy a exhibir”.
Moreno se apresta a un proceso de desafuero político como lo experimentó AMLO cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México; sólo que esta vez, difícilmente, Alito tendrá la defensa ciudadana para enfrentarlo como lo hizo López Obrador que dijo “el pueblo me defiende” y fue capaz de convocar a un millón de personas que abarrotaron el zócalo y sus avenidas aledañas.
No obstante, cabe advertir que el proceso de desafuero que se podría instalar contra el exgobernador de Campeche no se debe al zafarrancho que protagonizó con el líder del Senado, Gerardo Fernández Noroña, quien le dijo ante las bravatas y vociferaciones: “no me apunte con el dedo”, exigiendo respeto a su investidura, mientras Alito le reiteraba que no le había dado el uso de la voz y, acto seguido, se retiró refunfuñando a su asiento.
Sentar el precedente del desafuero sobre Alejandro Moreno, podría generar dos escenarios:
I. La fuerza de la razón se impone a la violencia política
Generar las pruebas en materia de probidad pública que habría malversado Alejandro Moreno y que se presentaron desde su gestión como gobernador de Campeche, hasta las irregularidades en los manejos financieros del PRI y el pretendido “reparto de encargos públicos” con Marko Cortés, líder del PAN, le daría fuerza a la razón política de la probidad del encargo público que ha ponderado la presidenta Claudia Sheinbaum en el saneamiento de la ética pública y el combate a la corrupción e impunidad.
II. Alerta pública y polarización política
De llevarse a cabo el desafuero de Moreno, se estaría en un escenario de beligerancia política en el cual las fuerzas del antiguo régimen y sus expresiones partidistas y de la oligarquía y elites nativas intentarían generar un ambiente de polarización política nacional e internacional. Por ello, el líder del PRI anda como Juan sin miedo, envalentonado y al estilo de Juan Charrasqueado “estoy borracho pero soy muy macho”, porque sabe que la beligerancia política podría traer rendimientos políticos crecientes a su figura, que él se encargaría mediáticamente -como ya lo ha hecho- de victimizarse y que crearía un melodrama político para surgir como el mártir o ave fénix que emergió de las cenizas. Este escenario sería evitado por Sheinbaum Pardo, que no es del estilo de la confrontación política.
La beligerancia política es el único escenario al que puede apelar la derecha del PRIAN-MC+PT/GU en estos momentos donde Morena es amo y señor de los destinos de la nación, condición que ya se asoma en Hidalgo como expresión de impotencia política de las fuerzas del antiguo régimen que se encaraman en los vientos de la insurrección para cerrar filas con Alejandro Moreno ante el desafuero político.