El daño colateral y los lamentos del PRI en Hidalgo

En Hidalgo, el Congreso se tiñe de guinda y más del 60% de las alcaldías están en manos de Morena. Esta realidad de concentración del poder político debería preocupar y ocupar a las fuerzas políticas de oposición para trazar un proyecto político nacional. En vez de ello, sólo se perciben acusaciones y quejumbres.

Una nueva narrativa recorre el discurso de la clase política del antiguo régimen en Hidalgo, que al verse en minoría y no poder impugnar las elecciones bajo el argumento de “elección de Estado”, como señaló tanto Alejandro -Alito- Moreno como Carolina Viggiano, han tenido que construir nuevos argumentos destructivos para volver a victimizarse, donde Viggiano Austria desplaza la culpa a Omar Fayad por daño colateral”, en vez de edificar un proyecto político democrático que haga frente a los rendimientos políticos crecientes de Morena que, en Hidalgo, han modificado el mapa político.

El despropósito de los temores que desplaza la vieja política al actual régimen estriba en señalar:

I. La democracia está en riesgo porque todo lo gobierna Morena.

Esta aseveración es poco menos que un oasis en el desierto. Fue la misma oposición, en voz de Xóchitl Gálvez, la que reconoció el triunfo de Claudia Sheinbaum -porque no le quedó de otra-, ya que la ventaja era de 2 a 1, por lo que se sumó a los festejos de la democracia y respaldo a la democracia como paradigma político en México.

II. ¿Cómo impugnar la democracia desde la democracia?

Si la oposición aceptó que el ascenso de Sheinbaum se presentó en una fiesta de la democracia electoral, donde el triunfo guinda fue impecable e implacable, ¿por qué impugnar que Morena tiene todo el poder si lo logró de manera limpia y sin cortapisas y ello responde al sistema democrático y su ingeniería constitucional, la cual construyó el antiguo régimen en gran medida?

La democracia es de mayoría y toda mayoría es numérica.

III. El antiguo régimen se victimiza ante su torpeza.

No hemos visto un solo pronunciamiento de Alejandro Moreno, de Carolina Viggiano, de Marko Cortés o de Jesús Zambrano, en el que se hable de construir un proyecto político democrático para encarar como oposición al poderío guinda. Lo cual denota que la oposición no ha aprendido de sus errores; errores que, por cierto, no reconoce y ahora trata de hacer pasar al poderío guinda como la mafia del poder o la tiranía constitucional, cuestión que en las urnas el 2 de junio quedó sin sentido y que esa misma oposición ratificó.

En Hidalgo, el Congreso se tiñe de guinda y más del 60% de las alcaldías están en manos de Morena. Esta realidad de concentración del poder político debería preocupar y ocupar a las fuerzas políticas de oposición para trazar un proyecto político nacional. En vez de ello, sólo se perciben acusaciones y quejumbres que no habrán de incidir en cambiar la correlación de fuerzas que le favorece a Morena.

Por acotar un hecho a contracorriente de las quejumbres de la oposición, a diferencia de los anteriores gobernadores del antiguo régimen que se sentaban en sus escritorios y vivían en la Ciudad de México, el gobernador Julio Menchaca no ha tenido respiro desde sus Rutas de la Transformación y las Rutas Itinerantes, donde se percibe trabajo y presencia política; esto es proyecto político de gobierno, por lo que a Menchaca lo puede acusar de cualquier cosa, menos de no trabajar y de no preocuparse por las y los hidalguenses.

La oposición no puede aspirar al poder del estado mientras no construya un proyecto político de alternancia viable, por lo que está más cerca que vuelva a gobernar Morena que la oposición pueda encumbrar a alguien en la silla presidencial.

La narrativa del antiguo régimen en el pasado proceso electoral validó la estrategia de: “los mexicanos viven con miedo”, “la 4T va instaurar una tiranía”, “Sheinbaum va a cerrar las iglesias”, “el comunismo te va a quitar tu casa y tus carros” -claro, a los que tienen casa y carros-, “se acabó la democracia y la libertad”, en fin, una serie de narrativas que jamás aplicaron y que no le sirvieron a la oposición, de haber sido ciertas, para acceder al poder.

Las narrativas políticas, por ser relatos y no hechos concretos, tienen límites. Es hora de que la oposición política se erija como tal, los lamentos de la llorona no le devolvieron sus hijos, tampoco los lamentos de la oposición la harán para volver al poder.