No es una sorpresa el hecho de que la clase política a nivel internacional esté podrida y que la corrupción sea una constante que sufrimos los ciudadanos a costa de nuestro esfuerzo y trabajo que se nos arrebata desde la esfera pública, sin que hasta ahora haya gobiernos de absoluta probidad que, ante el más mínimo indicio y hecho de corrupción, lo castiguen con los huevos necesarios.
El pinche cuñado del rey, Iñaki Urdangarin, que purga condena por el delito de corrupción, ya se mamó un año de cárcel en España y el cabrón no ha tenido los huevos para dar la cara a la prensa y ofrecer disculpas al pueblo español por sus putas tropelías; por el contrario, se esconde tras las rejas esperando que la raquítica condena de cinco años pueda ser revisada para que se reduzca y este grandísimo ladrón salga de la cárcel en poco tiempo, lo cual seguramente pasará, puesto que está en un país donde la corrupción y el pillaje lo conocemos todos desde que se erigió como conquistador e imperialista.
América Latina, en el viacrucis de la corrupción
Qué poca madre que en América Latina nos encontremos condenados al viacrucis de la corrupción, donde poco menos que nos mientan la madre todos los días, sin que la clase política que hemos designado para ejercer nuestra soberanía cumpla su mandato sin cortapisas y haga valer la ley. Ejemplos sobran en que los políticos sátrapas se salen con la suya y se pelan con la lana de los contribuyentes.
¿Qué debemos hacer para terminar con la corrupción?
En primera instancia, moralizar la función pública y generar arqueos constantes y pruebas de honestidad que se acompañen con protocolos de servicio que eviten la discrecionalidad de la toma de decisiones; como segundo paso, se deben imponer penas más severas que sean seguidas por los ciudadanos para que los ratones se queden en la cárcel y no huyan a madrigueras y paraísos fiscales.
La sociedad debe despertar
También debemos moralizarnos como sociedad, no transigir ante la corrupción y señalarla, para ello debemos crear pedagogía política para entender cómo se articula una respuesta pública a la sociedad, para que la sociedad comprenda los procesos políticos y administrativos y acorrale a los poderes Legislativo y Judicial, y cree nuevas formas de control público para extirpar el cáncer que hoy nos devora en la esfera pública y sus servidores.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.