Dos realidades políticas coexisten en un país que no logra hacer de la conciencia una realidad social. La muerte de Giovanni López a manos de la policía de Jalisco es un crimen de Estado que ha conmocionado al tejido social, que en su impotencia y dolor hoy se manifiesta tratando de que las sombras de Tlatlaya y Ayotzinapa no emerjan desde las sombras del establishment.
Analicemos las posturas del gobernador Enrique Alfaro y del historiador Enrique Krauze, quienes buscan legitimar el asesinato.
ENRIQUE ALFARO: PODER CIEGO
En primer lugar, el mandatario jalisciense apela al respeto del estado de Derecho, entendido como el mandato ciego que debe obedecer la ciudadanía sin cuestionar las tropelías, corrupción e impunidad que se cometen desde el gobierno.
Alfaro se ha escondido en la prepotencia y beligerancia, violentando los derechos humanos de la ciudadanía y tratando de amedrentar a las autoridades del gobierno de López Obrador. Intenta crear una cortina de humo con ayuda de la prensa parcial, para que parezca que el presidente ha maquinado las acciones de respuesta ciudadana que se han manifestado en Guadalajara, lo cual ni los más ingenuos han creído.
Y es que el patrón de violencia es sistemático en las policías en México, salvo raras excepciones, pues cometen asesinato, tortura y violencia brutal, atropellos documentados por organismos de derechos humanos y que hoy le exigen a Enrique Alfaro que proteja a la ciudadanía y responda sobre la desaparición (“detención”) de 28 personas, de las cuales 6 son menores de edad, durante las manifestaciones de la semana pasada.
El gobernador de Jalisco, en lugar de mediar y reconocer el crimen de Estado de Giovanni López, no dio la cara, al contrario: reprimió las protestas y ocasionó un saldo trágico que causó una reacción simultánea de indignación en el país.
KRAUZE: INTELECTUALIDAD DEVALUADA
Enrique Krauze, un intelectual que ha devaluado la verdad de su palabra y tiene contratos con el gobierno de Jalisco, alabó la actuación de Alfaro en relación al crimen de Giovanni López aludiendo al espíritu liberal de la democracia, condición oscura ya que ser liberal no implica avalar o legitimar el crimen y la violencia sobre los derechos de los ciudadanos. Esto ha causado el encono de intelectuales de “letras libres y en libertad”, es decir, de aquellos que no prostituyen su labor ni la venden al mejor postor, porque entienden que la verdad no se construye para violar los derechos del pueblo.
No perdamos de vista, por favor, a las 28 personas desaparecidas, a quienes se les violentó, golpeó y amedrentó y cuya condición desconocemos, esto debe ser prioridad y no quedar en una cortina de humo; debe ser el panóptico social del caso.
Moralizar desde el gobierno federal el comportamiento de la clase política debe ir acompañado de protocolos burocráticos, pero no será un parto sin dolor porque la corrupción e impunidad de la clase política es una lucha de David contra Goliat que López Obrador vaticinó mucho antes de ser presidente.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.