Todo cambio político implica un cambio social. El ascenso del gobierno de alternancia de Julio Menchaca devela que la transición política en México, producto de los cambios constitucionales, está generando conmoción política y social, al grado que la ciudadanía constantemente despierta con la potestad de ejercer nuevos derechos de acuerdo a las reformas emprendidas en y desde los gobiernos de izquierda.
El diseño institucional de las reformas no ha estado exento de críticas porque se deja a posteriori que las leyes secundarias planten de forma y fondo su implementación, como ha sucedido con la reforma al monopolio jurídico del Poder Judicial, lo cual trajo una virulenta reacción de las fuerzas del antiguo régimen.
El nuevo régimen, en contraste, no le permite a la derecha en México un ápice de suspicacia, al grado que las constantes declaraciones de la presidenta Sheinbaum Pardo, lo mismo aquietan las arenas políticas nacionales que las internacionales. Todo indica que la 4T se aferra a su modelo reformista y de él no habrá de moverse porque sus logros refuerzan su capital político que ha ido creciendo en la anuencia, legitimidad y credibilidad social.
En Hidalgo, el quiebre de los contrapesos políticos en el Congreso ha enviado dos mensajes sustantivos:
I. El sistema político en el poderío de Morena condensa cambios en la operación del ejercicio público que no puede ser detenido ni obstruido por la bancada del PRIAN-MC+PT/GU. La reciente aprobación de la prisión preventiva oficiosa contra extorsionadores, contrabandistas y factureros ejemplifica con claridad.
II. La perspectiva integral del sistema político no puede ser comprendida al margen de la toma de decisiones que involucran a la ciudadanía en su devenir y capilaridad pública.
Los cambios constitucionales en México denotan nuevas formas y vías de redistribución del poder político. En este sentido, las reformas constitucionales que han abierto dimensiones, prácticamente olvidadas y anquilosadas por los gobiernos del antiguo régimen, se encuentran transformando las estructuras institucionales; cuestión sustantiva en el empoderamiento de Morena a nivel del espectro político nacional.
En esta atmósfera, los cambios constitucionales generan nuevos nexos democráticos con la ciudadanía. Esto explica el marasmo en que se encuentran las fuerzas de oposición que van dos pasos atrás de las acciones gubernamentales. He advertido en otros artículos que la toma de los poderes públicos en México ha generado una nueva figura política: el hiperpresidencialismo.
El hiperpresidencialismo es una figura política que destaca no la concentración del poder político, sino la rigurosa actuación del Poder Ejecutivo en el escrutinio de las tareas de Estado, cuestión que explica la presencia ampliada de Claudia Sheinbaum en diversos asuntos de interés público, aunque para ello cuente con un staff de funcionarios de la estructura burocrática del Estado.
El hiperpresidencialismo de Claudia Sheinbaum, en el fondo es un cuestionamiento a la capacidad de las instituciones del Estado que aún cuentan con los resabios y rendimientos políticos decrecientes del antiguo régimen, por lo que la evolución institucional está desfasada de las acciones del 2º Piso de la 4T, la cual requiere la renovación de forma y fondo de las instituciones del gobierno para que la maquinaria política del Estado funcione.
No podemos olvidar el trazo analítico de Norberto Bobbio sobre que “el régimen político es un conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones”, condición expresa de los cambios constitucionales del hiperpresidencialismo de Claudia Sheinbaum.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.