El extravío y desapego social hacia la política y el Estado es una constante que se nutre de la ignorancia, la alienación y la pandemia intelectual de una sociedad superflua, ciega, sorda y muda.
Pero esta sociedad ciega tiene su lazarillo: una clase política cuya élite del poder tiene algunos videntes que se percatan de que en la historia de la humanidad ser juez y parte da la ventaja suficiente para, desde los mitos religiosos, políticos y económicos, hacer de la era de la tecnología el caballo de Troya de la tiranía electa que con el placer de la ignorancia social crea ídolos de barro.
Es evidente que un enano encaramado en los hombros de un gigante alcanza a ver más lejos que el gigante que lo sostiene.
El léxico de la clase política ni siquiera es docto, se desenvuelve en vocablos repetitivos y limitados como democracia, políticas públicas, estado de Derecho, libertad, justicia, legitimidad y partido político; todos vacíos, tan vacíos como la retórica de los derechos humanos, que se ha vuelto común para herir e incriminar, o bien para adular y lisonjear.
La clase política ha convertido estos vocablos en valores universales, pero nadie los comprende, ni ella misma; pongamos un ejemplo: democracia. Todos, los doctos y los ignorantes, asumen que la democracia es buena, pero cuando se debe traducir en realidad social como libertad de expresión, oportunidades económicas, abatimiento de la pobreza y desigualdad, es un verdadero fracaso, un fantasma pestilente que a nadie convence.
México es un país democrático, al menos en la “dimensión electoral”; ¿acaso esta democracia ha erradicado la corrupción, el abuso de poder, la tortura, la migración, la pobreza, la desigualdad, el autoritarismo de Estado? La respuesta la tienen ustedes.
Receta para el caballo de Troya de una tiranía electa: ponga a cocinar una sociedad donde la ignorancia reine; construya universidades donde el apuntismo sustituye a la lectura; agregue un sistema político corrupto donde la clase política es juez y parte; marine con el estrangulamiento del estómago de un mercado con mercaderes sin escrúpulos; ponga también al consumo como valor supremo y aderece con redes sociales superfluas de fuente ovejuna; deje afuera de la receta el intelecto científico y mate la razón crítica. Todo ello lo envuelve en la demagogia que desgarra y si le es posible, absténgase de leer y someter a juicio la realidad de su país. Listo: ya tiene el platillo más exquisito al estilo del caballo de Troya de una tiranía electa.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.