Las múltiples facetas del conocimiento científico y su investigación en las últimas dos décadas han dado el salto cualitativo para tratar de abordar diferentes disciplinas desde los instrumentos y ópticas propias de cada ciencia, pero extendiendo las posibilidades de sus conocimientos y sus radios de acción.
De este modo, hemos podido apreciar la extensión de ciencias como la psicología, que lo mismo se mueve hacia el deporte que a la industria o la administración, y lo mismo ha sucedido con la sociología o la ciencia política. Lo significativo en nuestros días es que las denominadas «neurociencias«, que estudian al cerebro y sus procesos mentales, se encuentran en una expansión de tal magnitud que ahora podemos alertar la comprensión de los procesos mentales y las emociones sociales desde aspectos distintos de las condiciones que guarda la interdisciplinariedad científica.
El caso concreto de la neuropolítica ha sumado estudios interdisciplinarios entre la psicología y disciplinas que estudian el comportamiento bioquímico de la mente, lo cual ha trazado nuevas formas de entender el comportamiento y conducta social que, en el caso de la neuropolítica, hoy nos permite entender los estímulos conductuales que se presentan en el ámbito político y que inciden en los imaginarios colectivos.
La psicología conductista desde hace décadas abrió el camino, lo mismo para los mercados de juguetes que el consumo en masa y, desde luego, la psicología de masas y las formas de manipulación en diferentes ámbitos sociales.
La neuropolítica es una ventana de exploración científica que permite encaramarse en nuevos procesos para entender y encausar la emocionalidad en el quehacer público, lo cual puede generar mayores respuestas y escenarios hacia la búsqueda de equilibrios sociales y responsabilidades múltiples de la esfera pública, creando estímulos de desarrollo social nunca antes experimentados.
En este escenario, me sumo a las investigaciones al respecto y perfilo una prospectiva que tiene que ver con ir más allá de la resiliencia de los procesos públicos para crear condiciones de fortaleza administrativa mayor, es decir, la posibilidad de generar una motricidad fina en la organización del Estado.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
