Nadie apostaba por él cuando se presentó a las primarias de los republicanos, pero hoy Donald Trump fue investido como el presidente 45 de Estados Unidos. El impredecible y ya temido magnate se ha convertido en presidente y en las primeras horas de su gobierno sus promesas de campaña comenzarán a materializarse, a no ser que el presidente Enrique Peña Nieto le haya dado el secreto para no cumplirlas cuando lo visitó en Los Pinos, entre ellas poner fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), repatriar inversiones y deportar a más de 11 millones de mexicanos ilegales.
Desde el inicio del proceso electoral, Trump fue criticado y descartado para ganar la nominación, fue objeto de descalificaciones y críticas durante la campaña presidencial, pues todos daban por hecho que jamás lo lograría. Ha tenido que hacer frente a las burlas y cuestionamientos sobre sus propuestas presidenciales, más que dando la cara a los medios, la mayoría de las veces por medio de Twitter, escribiendo más de 350 tuits después del 8 de noviembre, cuando ganó las elecciones.
Trump sigue luchando solo contra un mundo que aún no cree que pueda gobernar a Estados Unidos, pero que desde ahora dormirá con el temor de despertarse con las promesas cumplidas del presidente.
Los líderes de los países ricos y muchos gobiernos de América Latina, entre ellos México, parecen haberse quedado huérfanos con la llegada de Donald Trump al poder, abandonados a su suerte. Trump parece estar dispuesto a rediseñar el mundo y a averiguar con quiénes cuenta para ello, identificar sus detractores y excluir a los que no son de su interés.
Trump desea rescatar la identidad de Estados Unidos, por esa razón no hay ningún hispano en su gabinete ni latinos en los festejos de su ascensión como presidente. El concierto planeado estuvo a a cargo de las estrellas de la música country, Toby Keith y Lee Greenwood; como respuesta a los millones de estadounidenses que han visto en él resurgir a Estados Unidos, desgastados por una crisis iniciada en 2008 que los ha empobrecido.
Sin embargo, en esta ocasión los festejos por la llegada del nuevo presidente fueron perturbadas por manifestaciones de protesta de cientos de miles de estadounidenses que no creen en Donald Trump. Esos cientos de miles de estadounidenses, en las redes sociales se han hecho llamar “la resistencia”, término que apareció después de que Trump fuera proclamado ganador, con un hashtag en Twitter llamado #Resist, junto a otro que dice: #NotMyPresident y #NeverMyPresident.
Estamos atestiguando la división de Estados Unidos y el nacimiento de un germen socialdemócrata en el seno de un país que ha encarnado el capitalismo y el imperialismo como su fase avanzada de desarrollo, porque si de algo sirven las crisis es para provocar saltos en el desarrollo económico y social de una sociedad aletargada por la crisis iniciada en 2008, aún sin resolver; para que surjan nuevas fuerzas que hagan posible el cambio hacia el futuro.
Esos hombres, mujeres, jóvenes, ecologistas, sindicalistas, negros, latinos, asiáticos, anglosajones, son cientos de miles de ciudadanos que están en contra del nuevo presidente de Estados Unidos. Podríamos decir que hay un movimiento de jóvenes que se han puesto a la vanguardia de un movimiento social aún sin grandes líderes, el cual ha sido alentado por el pensamiento del senador Bernie Sanders en lo político y en lo económico por el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, por ahora dispuestos a defender los logros del gobierno de Obama.
Hasta hoy, nadie ha hecho caso a Donald Trump, han descartado sus amenazas y calificado con más de un epíteto; sin embargo, sería bueno que ahora lo tomen en serio, sobre todo México y China. La crisis económica mundial iniciada en 2008 ha dado tiempo suficiente para que los líderes mundiales la solucionaran creando un nuevo orden económico internacional, algo que no hicieron. Ahora, la llegada de Dolad Trump propiciará un reacomodo económico y geopolítico, haciendo a un lado el libre comercio y las viejas alianzas, poniendo en entre dicho la globalización y sus beneficios.
Pese a que el mundo parece dividirse ahora entre aquellos que defienden el libre comercio y los que quieren volver al proteccionismo, Trump entre ellos, muchos saben bien que el libre comercio y la globalización no han sido los mejores medios para generalizar la riqueza y crear un mundo más equitativo, o menos desigual; las élites gobernantes están conscientes en el fondo de que la globalización no ha beneficiado a todos por igual, lejos de ello, la pobreza y la desigualdad han crecido, haciendo del planeta un mundo más inseguro, víctima de las guerras, las migraciones y el terrorismo.
Con la llegada de Donald Trump al poder, habrá que releer la historia para saber más de lo que hizo el populismo en el pasado en Europa; pero también habrá que leer a Lenin en los años posteriores de la Revolución rusa de 1917, para entender cómo en medio de la crisis del capitalismo que condujo a la Segunda Guerra Mundial, como ahora, populistas y socialdemócratas se quedaron a la zaga de los movimientos sociales.
El populismo se ha convertido ya en una realidad en el mundo. Sin valorar las consecuencias, en el Reino Unido se votó por la salida de la Unión Europea y en Estados Unidos por Trump, en Francia y Alemania pronto veremos qué deciden los electores. Pero en los próximos años, sin duda, veremos cómo el comercio y la geopolítica se reacomodan con la llegada de Donald Trump.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.