Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue muy claro cuando habló sobre las universidades y que la autonomía no es, ni debe, ser pretexto para cotos de poder ni para convertirlas en islas dominadas por caciques, para lo cual se debe transparentar el uso del dinero que reciben. El presidente dijo también que hay sospechas de corrupción en universidades vinculadas a partidos políticos con alto poder de gestión que les permite obtener muchos recursos que no se aplican bien.
El mensaje para la UAEH es directo, con advertencia para Gerardo Sosa. Basta tener las orejas bien abiertas para entender que el Grupo Universidad, como coto de poder en un cacicazgo de 40 años, vive sus últimos días y para evitar transparentar el uso del dinero no puede ya recurrir al cuento de la autonomía, como cuando echó abajo el Órgano Interno de Control que estaba aprobado por los diputados.
Esa línea que marcó el presidente, uno supone que debe ser impulsada sobre todo por sus partidarios, y en Hidalgo debería tener todo el apoyo de sus diputados, pero los señores de Sosa le juegan al vivo y abren el Congreso para que su líder vaya a explicar cómo están las cosas en el manejo del dinero y todo lo relacionado con la denuncia de la Secretaría de Hacienda por presunto lavado de dinero y desvíos por más de 150 millones de dólares.
Ricardo Baptista dice que el presidente del Patronato será citado y adelanta que su comparecencia será la semana que viene, mientras que Armando Quintanar dice que sólo es una invitación, de acuerdo con medios periodísticos. Eso sí: Baptista precisa que Sosa no está obligado a rendir cuentas, vaya, que si acepta es porque así lo quiere, no por obligación.
Si va -que seguramente lo hará en su estrategia de lavarse la cara y qué mejor que rodeado de SUS diputados-, lo más seguro es que use el Congreso para repetir lo que dijo en San Lázaro, donde habló de manejo limpio del dinero «que es de los trabajadores», «que crece» con el manejo de genio de las finanzas que es. Ni modo que vaya ante sus legisladores y acepte que hay lavado de dinero y desvíos para sus movidas, y con lágrimas en los ojos diga que renuncia al Patronato y se va para que inicie una nueva historia. Lo más seguro es que haga lo contrario y que se aferre al cargo diciéndose inocente y se presente como víctima de Hacienda, que no presenta pruebas.
El cacicazgo denunciado por AMLO y el manejo turbio de los millones que se gastan en la opacidad será un tema difícil de tocar, a no ser que la ruptura con el presidente ya sea total. Ojalá que Baptista y colegas morenos actúen con más dignidad que «la pensante» Lidia García, que se lució en su papel de edecán con su patrón, corriendo por el agua y los papeles que necesitaba el que paga.
Sosa debe responder ante Hacienda, que es de donde viene la acusación, y con toda seguridad ante autoridades judiciales, no ante diputados a modo. Con este nuevo llamado a ser transparentes, las autoridades universitarias pueden acusar a AMLO de que viola su autonomía o hacer marchas acompañados del ejemplar Chárrez y sus huestes de Ixmiquilpan. La cosa no debe estar muy bien cuando el presidente del Patronato ha promovido dos amparos.
Así, los diputados morenos cumplen su papel de fieles servidores del patrón y al parecer siguen sin entender o aceptar lo que el presidente fijó como ruta en la transparencia del dinero que se maneja en las universidades.
Sosa parece buscar pelea desde la tribuna que le dan sus diputados y AMLO no es de los que dan un paso atrás en sus decisiones. Quiere guerra… guerra tendrá.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.