Con la proximidad del informe de actividades de los legisladores federales y locales de Hidalgo se acentúa la falta de trabajo de algunos, aunque lo más interesante es encontrar las coincidencias entre legisladoras con bajo desempeño y las razones por las que asumieron el encargo.
Gran parte de las actuales diputadas priistas arribaron a sus curules gracias a cercanas amistades que pusieron empeño en buscarles espacios para que desarrollaran sus carreras políticas pese a su limitado perfil.
En el Congreso Local las diputadas de la Huasteca son las que tienen peor desempeño: Erika Saab Lara obtuvo su curul por su amistad con Guadalupe Romero de Olvera, y pese al favorcito que le hicieron al colocarla como representante de la región de San Felipe Orizatlán, podemos observar que su trabajo es raquítico en el área legislativa, pero en cuanto a gestión y cercanía con sus representados es totalmente nulo. Saab ni siquiera se ha tomado la molestia de regresar al distrito para el que se supone está trabajando, ni ha emitido un solo comentario sobre las deplorables condiciones en las que se encuentra y que parece desconocer en su totalidad. Saab gusta de posar para la cámara y dar declaraciones medianamente interesantes a los diversos medios de comunicación local; posee una carrera que se concentra en la administración pública estatal sin logros.
Por su parte, Norma Andrade Fayad logró llegar gracias a acuerdos solicitados por su amigo Jorge Rojo; pese a ello, sólo ha logrado destacar por meterse en problemas de dimes y diretes en el Congreso, sin trascender por absolutamente ningún trabajo. Las notas en prensa sobre ella radican en las pocas ocasiones que ha tomado la tribuna para hacerse de un discurso francamente pobre, que refleja su precario conocimiento en los temas que elige abordar. Ya ni hablar del trabajo de gestión, que no ha consolidado en lo absoluto, buscando cámara cuando algunos otros personajes hacen entrega de recursos.
De conductora de un programa de televisión regional saltó a una curul estatal presumiendo reiteradamente que su cercanía con políticos le permitirá arribar a mayores puestos, enalteciendo como mérito su facilidad para entablar relaciones personales.
Caso contrario es el de la diputada federal Carolina Viggiano, que pese a ser la esposa del gobernador de Coahuila, posee trayectoria propia y cuando habla pone en claro su capacidad en diversas materias.
Mismo caso el de Erika Rodríguez, quien ha demostrado capacidad en sus encargos, que no dependen del esposo; sólo esperemos no lo lleve de viaje en cuestiones laborales porque desgasta la buena imagen que ya ha logrado consolidar.
Mención especial merece Adriana Flores, dirigente del ONMPRI Juvenil en el estado, quien fue una de las víctimas más afectadas de Ricardo Crespo, quien no cejó esfuerzo en minar la trayectoria de la joven suplente. No estamos diciendo que Flores deba regresar a escena, pero sí que tal vez convendría reevaluar lo dicho sobre ella.
En el caso de la panista Gloria Romero León sucede que ha sido heredera del capital político de su esposo y eso le ha permitido ir escalando posiciones, aunque últimamente parece que ha sido rebasada por el tiempo, pues de pronto sube a tribuna con temas caducados. Sería importante renovar el baúl de tópicos a tratar.
Entre las legisladoras locales han destacado Leticia Cuatepotzo y Mayka Ortega. Sí bien en este espacio hemos sido críticos del trabajo de estas mujeres, también debemos reconocer que en las últimas semanas sorprendieron a más de uno, pues resultó que han generado el mayor número de iniciativas ante sus compañeros.
Leticia Cuatepotzo ha generado posturas e iniciativas bien preparadas que muestran conocimiento en los temas, pero es el rubro de gestión el que la diputada ha mantenido descuidado, aunque recientemente se le vio en actividades en el distrito que representa. Tal vez en su caso podría aún brindar mejores resultados y dar la sorpresa pronto, a pesar de haber asumido el encargo por cuestiones familiares.
Mayka Ortega es una mujer que ha destacado por su cercana relación con Francisco Olvera, quien la colocó en diversos puestos en donde generó buena publicidad pero no resultados; ahora realiza buen trabajo legislativo, aunque uno de sus mayores defectos es no poder lograr empatía con la ciudadanía, así como polarizar cualquier escenario.
Marcela Vieyra cuenta con trayectoria, capacidad y carácter, pero que no tiene gente que respalde su trabajo ni ha logrado consolidar algún grupo político. En ese tenor, a lo mucho es representado por la secretaria general del Comité PRI en Tula, Libertad García, que es punto opuesto a la legisladora: sin trayectoria ni capacidad pero sí polarizante.
Retomando a las diputadas federales encontramos a Liliana Oropeza, que absolutamente nadie sabe a qué se dedica. Esta mujer está totalmente perdida y pasa más tiempo tomándose fotos que entendiendo las sesiones en las que, a veces, está presente.
El de Guadalupe Chávez es el mismo caso que el de Erika Saab: arribó por ser amiga de Guadalupe Romero de Olvera, sin tener absoluta idea de qué tenía que hacer; ni legisla ni gestiona, ni se escucha ni se ve.
Mientras Gloria Hernández Madrid es una mujer bastante preparada en diversos temas jurídicos –recuerden que Carolina Ruiz, su suplente en la diputación local, nunca logró ni entender qué trabajos le había heredado, no es lo mismo tener trayectoria que ser la amiga-, aunque no asiste a sesiones ni genera hasta que se acercan fechas en que quiere pedir algo. Entonces sí: el ritmo de trabajo está supeditado a lo que la diputada busque.
En conclusión: se acerca el informe de legisladores federales y locales, así como las siguientes aspiraciones, por lo que a los políticos hidalguenses les queremos pedir encarecidamente que si tienen novias, les regalen flores; si tienen amigas, las lleven al café, pero dejen de regalarles puestos porque las consecuencias negativas ya las está pagando toda la entidad.
Somos un Hidalgo con monumentales niveles de pobreza extrema, además de altísimas cifras de políticos y amigas que no sirven; hagamos conciencia.