Después del insufrible y criminal gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, las aguas vuelven a su nivel y el nuevo mandato de Luis Ignacio Lula Da Silva acompaña un periodo de reestructuración política donde la clase conservadora aparece con la cola entre las patas por las tropelías de corrupción e impunidad cometidas.
La paradoja de la victoria de Lula estriba en que la derecha brasileña no pudo tapar el sol con un dedo y, pese a que utilizó la maquinaria de Estado para fincarle un proceso oscuro de corrupción al obrero de la política, no pudo más que tragarse su impotencia y aceptar este nuevo ascenso de la izquierda en Brasil.
Debemos entender que el Cono Sur se encuentra en franca recomposición política y que la volatilidad de las corrientes de derecha e izquierda denota que la conducción del Estado no es la idónea, por lo que la histórica derecha latinoamericana se encuentra desdibujada y no atina a generar nuevas formas orgánicas de conducción social.
El arribo de Lula al poder coincide con los grandes anhelos de justicia social que han estado ausentes en Brasil, pero ello no implica que las transformaciones que requiere el país del “orden y el progreso” sean definidas por decreto, por lo que Lula ya ha implementado un Plan de Reestructuración Económica que será acompañado con medidas de reforma social, con el fin único de devolverle a su pueblo la dignidad perdida.
Brasil es un país de grandes contrastes y no solamente la pobreza se incrementó en el gobierno de Bolsonaro, sino también la represión social, que alcanzó niveles importantes de violación a los derechos humanos que parecían haber quedado atrás desde los gobiernos militares.
Lula no es un hacedor de milagros, pero sí una personalidad política que no tiene mano de represor ni hambreador social, por lo que las condiciones sustantivas de libertad social se encuentran en una transición que significará un respiro para la ciudadanía, pese a tener presiones económicas y de reivindicación social ampliamente conocidas.
Casos como el de Brasil son evidencia de que América Latina vive una realidad geopolítica que sigue desgarrando el alma y la conciencia que cimbra los ojos de la humanidad.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.