¿Desayunaste payaso?

Hace décadas que Brozo “el payaso tenebroso”, dejó de ser un punto de inflexión en la crítica política y social para pasar a la pantomima de la liturgia cómoda del entreguismo de Estado y de las élites del poder.

El quiebre analítico de la retórica del payaso se fue perfilando desde que la empresa de Chapultepec compró su actuación y lo convirtió en “garbanzo de oro”; entonces, emergió el apetito no solo económico sino también de arribismo clasista del personaje que se había hecho famoso desde el Ajusco y que había ganado piso social gracias al despertar de la sátira política que desde la época de “Palillo” no se encumbraba con humor en México.

La diarrea humorista del payaso se convirtió en furia ideológica, centrada en el juego de intereses que pretendían aniquilar el ascenso de la izquierda mexicana -y a la mexicana- en manos de López Obrador, que desde erigido como gran tlatoani de Los Pinos se convirtió en la pesadilla recurrente de las élites del poder y sus brazos económicos, al grado de que dio inicio una estrategia de ruptura política centrada en una campaña de descrédito social a través del aparato ideológico de comunicación privada.

La estrategia de ruptura política de la oposición, pese a incursionar hacia diferentes dimensiones del interés social, lo mismo en el malestar económico que de seguridad, no encontró eco en los ciudadanos, o como diría el payaso tenebroso, en “la perrada”, por lo que desde el autoexilio de Brozo y Loret de Mola a Estados Unidos se orquestó la segunda fase del proyecto de ruptura política cuyo epicentro era la sátira y el humor político de este dúo dinámico que tuvo que realizar una caravana mediática en distintos escenarios sin encontrar eco ni despertar social.

La tragedia de Brozo y Loret de Mola, entonces, se convirtió en su propia apología política, pero sin encontrar la piedra filosofal que se erigiera en el caballo de batalla que requerían la oposición y las élites del poder, por lo que, pese a seguir teniendo presencia mediática, se erosionó de ventisca a pedo en huracán, condición pedorra que no calienta a nadie y que hace del humor político la alegoría de los resentidos, aquellos que de tanto vociferar les rompen el hocico como al perro de tía Cleta.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.