¿Debería hacer un trío?

Como introducción a este primer escrito, permito presentarme: soy Iván, arquitecto y un incansable redactor de ideas. Al ser hijo de un sexólogo, las dudas e inquietudes alrededor de estos temas fueron solucionadas a temprana edad y me han hecho el eterno curioso y el perpetuo investigador de todo aspecto de la gama de temas sexuales habidos y por haber.

Sirva este espacio para poder expresar mis ideas, contar mis anécdotas (siempre con la típica expresión de “un primo me contó”, “un vecino me dijo”, etc.) y solucionar problemáticas que se me presenten en el camino, o que ustedes, mis queridos nuevos lectores, me hagan partícipe.

Uno de los temas más controversiales y con menos foro es, sin duda alguna, el de los tríos. Dejando de lado a Los Panchos, los McTríos y a Hugo, Paco y Luis, los tríos han sido parte existente de nuestro vocabulario y nuestra jerga coloquial desde tiempos inmemorables, pero sigue siendo tabú.

Si bien a mi mente provinciana viene un sinfín de posiciones, mezclas didácticas y resultados educativos de un trío (soy adicto al Jenga, así que ya se podrán imaginar), estoy seguro que la problemática que envuelve al acto va más allá de la forma; es el fondo lo que realmente vale la pena considerar.

Es por eso que su amigo pueblerino (o sea, yo mero) procederá a explicar su manera de entender los tres aspectos que deberían tenerse en cuenta antes, durante y después de llevar a cabo un bonito acto tripartito:

El antes:

Cierto estoy que la vida no es solamente blanco o negro; existe una gran cantidad de grises de las cuales se enriquece en realidad el aspecto humano. Si bien la relación en pareja nunca es sencilla, la comunicación es uno de los pilares principales, sobre lo que todo conflicto o cuestión debe pasar para llegar a un común acuerdo.

Si en su cabeza ya existe la idea de tener un trío, deben considerar ciertos elementos: ¿es algo mutuamente consensuado? Si su respuesta es NO, es probable que uno de los dos es el que haya convencido a la otra parte y es ahí cuando podría resultar peligroso, porque el hecho de ceder demasiado en actos de este tipo, siendo consensuado podría inclusive unir más a la pareja (tomando en cuenta que estando ambos de acuerdo pueden hacer lo que les plazca, siempre y cuando no afecten a terceros o no involucre algo público que los pueda llevar al bote), pero si solamente es uno el que quiere, puede generar una ruptura que no cierra jamás. Uno de los peligros de hacerlo es abrir una pequeña puerta por la cual puede entrar después mucho más y difícilmente se puede cerrar.

Otro elemento a considerar podría ser: ¿hacerlo representa un acto de complicidad con mi pareja o es simplemente porque ya estamos cansados de lo mismo? Estoy seguro que la complicidad mutua es uno de los valores intangibles menos considerados pero que suman bastante a una relación (tómese en cuenta que la complicidad va desde no bañarse un día y ser cómplices en eso, echarse unas chelas después de ir a dejar a los niños a la escuela o inclusive no ir a trabajar y ver películas juntos). Si están considerando hacerlo por cansancio, rutina o desapego, mi mejor consejo es que no lo hagan. No soy experto en el tema, pero he visto muchos casos cercanos donde al buscar una solución mágica para una relación en pique, lo único que logran es sumar más elementos a la ecuación que terminan por complicarlo todo aún, más antes que acercar un buen término.

El durante:

Si ya están decididos a hacer el trío, háganlo sin culpas. A veces pensamos demasiado las cosas y sobreanalizar una situación es lo que genera que nazca un problema que quizá no existía. Si bien es un básico que deban tomar todas las precauciones posibles, si ya están en el lodo, ¡pues enlódense! Muchos comentarios que me han hecho al respecto (bueno, no muchos, pero siempre suena más padre cuando muchos opinan lo mismo) es que un problema esencial es cuando uno de los dos le pone más atención a la tercera o al tercero que a su pareja.

Intenten hacer todo lo más parejo posible, que el hecho de interactuar con alguien más quede solamente en un elemento extra que sólo sume a la relación forjada que ya tienen. Imaginen sus cuerpos como piezas de pan en una charola, cuyo orden realmente no importa. Bien decía la finada Madre Teresa de Calcuta: “No te canses de dar, da hasta que duela”; seguramente ella se refería a dar amor, pero en este caso quedémonos con sus palabras textuales y veremos que sus consejos son aplicables en todo terreno. La idea es dejar claro que existe un espacio para hacer el amor, pero si hablamos de un trío, suponemos que eso queda en la casa y es ahora donde con la confianza de estar con tu pareja puedes tocar, jugar y aprender tal y como lo harías en el museo papalote. Realmente ya no estamos en edad de quedarnos con ganas de algo, recuerden el proverbio de las mamás que decía que si se te antojaba algo y no te lo comías te saldría un grano en la lengua; evitemos todo tipo de granos.

El después:

Todos conocemos el famoso bajón que es precisamente esa sensación que se tiene después de culminar algo, en este caso es el momento de lucidez, realidad y cruda que les podría dar después del educativo trío. Es el momento ideal para reforzar aquello que sientes por tu pareja, incrementar ese lazo y hacer de su complicidad algo perpetua que no pueda ser movido por ningún tercero. El recuento de los daños (que la siempre víctima Glora Trevi nos enseñó) es bueno para poder comentar lo que les gustó, lo que les desagradó, lo que aprendieron e incluso se vale decir que jamás quieren hacerlo de nuevo una vez que ya lo probaron.

Las relaciones humanas son muy complejas porque nosotros mismos las complicamos; todo sería mucho más sencillo si decimos todo lo que queremos, hablamos todo lo que nos molesta y discutimos solamente por aquello que valga la pena y no por todo como algunas parejas lo llegan a hacer. Un acuerdo en pareja es totalmente válido, aún si entre ambos deciden tener relaciones con un marciano, con una imitadora de Carmen Salinas, con dos vestidos de holandesas o incluso si no quieren hacer nada más que echarse como perritos recién amamantados a ver series todo un domingo.

Hagamos de nuestras experiencias un trampolín y no un ancla; no permitamos que lo que vivimos nos genere culpa para no poder avanzar, aprendamos de cada situación y veamos que en esta vida todo sucede POR y PARA algo.

Estos breves consejos les da su amigo provinciano, que si bien no soy la persona más experimentada, al menos me encanta escuchar todo lo que mis amigos, conocidos, la tele y gente en el metro tiene por contar y de ello genero mi punto de vista.

No olviden mandar sus dudas, sugerencias o si quieren que hablemos de algún tema simplemente manden un correo, carta o giro postal con su petición; soy como el santa Claus, pero con unos kilos menos y con temas mucho más subidos de tono.

Por: Iván Peralta Ramos

Arquitecto / Digital Piscis. Nacido en 1986, en el bello principado de Tehuacán, Puebla. Siempre ha sido partidario de escribir todo lo que piensa. Fanático del Tenis, de Novak Djokovic y de las películas de Tarantino; cree fervientemente en el amor y en la media naranja. Postrero de corazón, son los chongos zamoranos su primera elección. Viviendo en la CDMX desde 2009, ha aprendido a vivir a la mala en la jungla de concreto. Fiestero pero hogareño, extrovertido pero callado, tragón pero con poco dinero, observador pero con astigmatismo y un montón de oximorones más. Fan de clóset de la salsa y las cumbias. Un buen conversador, con aptitudes para escuchar y dar buenos consejos, pero el total erróneo para seguirlos.






SEXO ORAL Y ESCRITO - Iván Peralta Ramos

Arquitecto / Digital Piscis. Nacido en 1986, en el bello principado de Tehuacán, Puebla. Siempre ha sido partidario de escribir todo lo que piensa. Fanático del Tenis, de Novak Djokovic y de las películas de Tarantino; cree fervientemente en el amor y en la media naranja. Postrero de corazón, son los chongos zamoranos su primera elección. Viviendo en la CDMX desde 2009, ha aprendido a vivir a la mala en la jungla de concreto. Fiestero pero hogareño, extrovertido pero callado, tragón pero con poco dinero, observador pero con astigmatismo y un montón de oximorones más. Fan de clóset de la salsa y las cumbias. Un buen conversador, con aptitudes para escuchar y dar buenos consejos, pero el total erróneo para seguirlos.