La LXV Legislatura saliente del Congreso de Hidalgo deja una herencia de inmovilidad política y un déficit de inconcreción normativa en el entramado de las realizaciones del gobierno de alternancia de Julio Menchaca. Su actuación ha obstruido el sano desarrollo de la transformación política y ha creado una distancia en la concreción de la tarea pública.
La historia política a partir del gobierno de alternancia de Morena Hidalgo pretende transitar por caminos distintos a la involución legislativa que ha primado, debido a que cuenta con pleno dominio sobre los poderes públicos. A diferencia del manejo de los poderes públicos en el antiguo régimen, la operatividad política en el gobierno de Julio Menchaca debe ir en consonancia con la macropolítica del gobierno federal, que ya marca las directrices y tendencias que deben cubrir la presente gestión y, que en la hipercalificación política del Congreso local, se apresta a la integración del Plan Claudia en la transformación de Hidalgo.
Sin embargo, las inercias de involución política del Congreso local exigen un esfuerzo mayúsculo de reorientación legislativa. En los hechos, la nueva legislatura con mayoría calificada de Morena tendrá no sólo que reencauzar el deterioro que sufrió el Congreso, sino también insertarse en un horizonte de realizaciones sociales que devuelvan la dignidad de la tarea pública a las y los hidalguenses.
Las condiciones técnicas de la legislatura sopesan dos vectores: en un primer momento, interoperabilidad con el gobierno de Julio Menchaca para traducir la conducción del Poder Ejecutivo en leyes de vanguardia local y alianza hacia el gobierno de Claudia Sheinbaum; en un segundo plano, la transversalidad de las leyes que permitan llevar a cabo una acción guiada de la conducción política a la que apela el Plan Claudia para la nación.
La claridad legislativa es un reto en sí misma. No se pueden crear leyes que no devuelvan la redistribución de la riqueza y oportunidades para el pueblo de Hidalgo. Tampoco sus leyes podrán estar desprovistas de la solidaridad y dignidad humana que esperan las y los hidalguenses en un estado donde las asimetrías sociales siguen imperando.
De la involución a la evolución política del Congreso de Hidalgo existen tres variables que deben ser percibidas con nitidez:
- Un Congreso en evolución
El Congreso de Hidalgo no puede constituirse como un ente decorativo e inmóvil. Es, en todo momento, el portavoz de la dinámica social que exige un marco normativo moderno y modernizante, que garantice que las acciones de gobierno no sean demagogia y letra muerta como en el pasado reciente.
2.Leyes de solidaridad social
Las legislaciones no pueden perderse en la operatividad de los intereses económicos de las presiones de empresarios y de la economía de mercado. ¡Primero el pueblo! no es una consigna política, es dignidad en proceso gubernamental, no puede existir maquillaje de las realizaciones para proteger intereses de negocios privados con fachada pública como ha sucedido históricamente en las administraciones del gobierno de Hidalgo.
3.Armonización legislativa de los poderes públicos
El Congreso local en su evolución política debe distinguirse por armonizar las tareas del aparato público. Debe proveer los insumos legislativos que permitan reorientar la distribución de la riqueza entre los que menos tienen, modernizar las legislaciones en materia productiva y de inversión, así como garantizar que la justicia brinde seguridad pública y probidad gubernamental.
La involución del Congreso local no puede convertirse en el síndrome de obstrucción del gobierno de Morena Hidalgo. La evolución política es un fenómeno nacional, donde Hidalgo no puede ni debe quedar a la zaga desde su Congreso.