Cumbre de las Américas, ¿para qué?

La VIII Cumbre de las Américas inicia este viernes en Lima, Perú, sin la presencia de los presidentes Donald Trump (Estados Unidos), Nicolás Maduro (Venezuela) y Lenin Moreno (Ecuador), quienes cancelaron su participación por diversas razones. Esto es relevante porque un encuentro dedicado a la corrupción y a condenar al gobierno de Venezuela, sin la presencia de su presidente y divididos los gobiernos -algunos hundidos hasta el cuello en escándalos de corrupción, como es el caso de México-, poco podrá hacer para detener esa enfermedad y la Declaración de Lima sólo será enunciativa al final, sin ningún efecto que pueda cambiar la suerte de Brasil y México.

Trump, con el pretexto de responder al ataque químico del gobierno de Siria contra civiles, canceló su asistencia, con lo cual muestra una vez más su desinterés por los países de América Latina y el Caribe, los cuales considera fuente de problemas y de inmigrantes ilegales indeseables, que dañan la tranquilidad y alteran el orden en su país.

Los países latinoamericanos y caribeños buscaron siempre obtener en los hechos su independencia económica y política de Estados Unidos. Con la llegada de Trump al poder, los países obtuvieron su independencia y ahora se sienten desamparados sin la tutela del “Tío Sam”, abandonados a su suerte. Al gobierno que relevó a Barack Obama no le interesa mejorar sus relaciones con sus vecinos, todo lo contrario: pretende aislar a su país del resto del hemisferio occidental, detrás de una muralla de hierro infranqueable y una barrera inexpugnable de aranceles a las exportaciones de los países hacia sus mercados.

La Cumbre de las Américas, promovida por Estados Unidos, tenía un objetivo en los años noventa. El proceso de integración de la Unión Europea condujo a nuestro vecino del norte a lanzar la “Iniciativa para las Américas” el 7 de junio de 1990, orientada a reforzar el crecimiento y la estabilidad política de América Latina, ante el éxito de ese proceso de integración regional, con el propósito de que la experiencia europea no sedujera a América Latina y el Caribe, excluyéndolos de un proceso integración.

La primera Cumbre de las Américas en Miami, en diciembre de 1994, reunió a todos los presidentes de América, menos el de Cuba, creando expectativas entre muchos países que miraban con optimismo la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Estados Unidos, Canadá y México, convencidos de que un proceso de integración hemisférico podría ser posible un día.

Sin embargo, en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, en 2005, la mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno, latinoamericanos y caribeños, enterraron las aspiraciones estadounidenses de crear una zona de libre comercio continental con el nombre de Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), propiciando el distanciamiento de Estados Unidos por sus vecinos.

Sin lugar a duda, la Cumbre de Mar del Plata puso en evidencia la existencia de dos Américas: la que vivía bajo la sombra de Estados Unidos y la que había comenzado a diseñar su propio camino al desarrollo bajo el liderazgo de Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Lamentablemente para México, en aquella Cumbre el presidente Vicente Fox se situó como un peón de George W. Busch, secundando sus propuestas y tratando de convencer a los presidentes de Brasil, Argentina y Bolivia de la importancia de sumarse a ellas.

Fox señaló entonces que la impresión que se llevaron varios jefes de Estado como él era que el pensamiento del presidente de Argentina, Néstor Kirchner, estaba más orientado a cumplir con la opinión pública argentina que a lograr que la cumbre de Mar del Plata fuera exitosa, a lo cual el presidente argentino respondió: “Que el presidente Fox se ocupe de México; a mí me votaron los argentinos y yo me voy a ocupar de ellos, como corresponde… yo no voy a ir a una Cumbre a entregar los intereses de los argentinos por quedar bien con los invitados, por más grandes que sean. Argentina está de acuerdo con la integración económica, pero sin asimetrías ni subsidios, no busca la integración a favor del más grande, sino a favor de todos. Vamos a seguir defendiendo con toda nuestra fuerza los intereses de los argentinos en las reuniones internacionales; para algunos la buena diplomacia es tener una actitud de pleitesía y agachar la cabeza ante los fuertes”, y lo dijo precisamente refiriéndose al presidente mexicano.

Lejos de lo que hoy pasa en el continente, el cual se matiza poco a poco de gobiernos de derecha, en la V Cumbre de las Américas de Puerto España, Trinidad y Tobago, efectuada del 17 al 19 de abril de 2009, se concentró la mayor cantidad de gobiernos socialdemócratas y liberales, como el presidente Barack Obama, pero también se convirtió en el encuentro de dos mundos que parecían desconocerse, a pesar de compartir el mismo continente.

Los dos mundos han dividido durante siglos al continente. Por un lado, el anglosajón del norte, que a través de los años se negó a reconocer la independencia económica y política de los países de América Latina y el Caribe, su capacidad para gobernarse, y para mantener el control sobre sus pueblos; Estados Unidos organizó y orquestó intervenciones militares y golpes de Estado en todos los países, incluido México. Por otro lado, el amerindio, el del sur del Río Bravo, que hizo de la democracia y de su defensa el principio para iniciar su transformación, y del libre comercio que proponía Estados Unidos un mecanismo de desarrollo.

La Cumbre de las Américas se convirtió en una más en los primeros años del siglo XXI. Los países latinoamericanos avanzaron mucho durante en su integración y fueron de la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) hasta la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, efectuada en Cancún, México, el 23 de febrero de 2010, que creó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), sin Estados Unidos y Canadá.

La VII Cumbre de la Américas, en Panamá en 2015, estuvo marcada por la participación de Cuba y su acercamiento con Estados Unidos. Lamentablemente, la llegada de Trump ha devuelto la distancia a las dos Américas; no bastante, sus políticas y visión del mundo han liberado a los países latinoamericanos y caribeños, a los que les ha dado la espalda y dejado huérfanos, al culparlos de todos los males de su país.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.


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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.