Tras la retirada de Estados Unidos de los Acuerdo de París en julio de 2017 con la llegada del Donald Trump a la presidencia, el drama de la supervivencia de la vida en el planeta se convierte en una tragedia.
Luego de once días de debates concluye en Polonia sin grandes acuerdos la COP24. Del 3 al 14 de diciembre siguieron las discusiones en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, en la cual han participado 197 países, entre ellos muchos insulares y pobres, que hoy por hoy siguen siendo los más vulnerables debido a que la inmensa mayoría de países no han reafirmado sus compromisos para reducir sus emisiones de CO2.
Un día antes de concluir la Cumbre sobre el clima, 200 de los países reunidos en Katowice, Polonia, no podían comprometerse para enfrentar el deterioro del medio ambiente. Bajo esa perspectiva y sin los esfuerzos de Estados Unidos para reducir sus emisiones, ya que es el segundo mayor contaminador de la Tierra, el calentamiento superior a los 1.5 grados del planeta parece ser inevitable.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho que avanzar en el cumplimiento de los Acuerdos de París “es una cuestión de vida o muerte”. No es para menos, con las discusiones estancadas y la multiplicación de fenómenos naturales producto del calentamiento global, no olvidemos las recientes lluvias en los desiertos del norte de Chile y de Arabia Saudita, que muestran los cambios en los patrones de comportamiento del clima.
En medio de este deterioro, la locura senil parece afectar los compromisos para frenar el calentamiento del planeta. Trump no sólo piensa que el calentamiento global es una invención para robar mercados, sino que ha señalado: “tal vez es hora de terminar el ridículo y extremadamente caro acuerdo de París y devolverle el dinero a la gente mediante la reducción de impuestos”, haciendo alusión al movimiento de los chalecos amarillos en Francia, quienes iniciaron sus protestas por el incremento en los precios de la gasolina.
Los países petroleros quieren seguir destruyendo la vida en el planeta: Estados Unidos, Arabia Saudita, Rusia y Kuwait han defendido el uso del petróleo, haciendo caso omiso a la voz de alarma de los científicos y al exvicepresidente estadounidense, Al Gore, quien los ha criticado por restar importancia a las evidencias científicas sobre el calentamiento de la atmósfera de la Tierra y el deterioro de la vida en ella.
Pese a los diferentes fenómenos naturales que se han abatido en los territorios de los países ricos, éstos suponen estar a salvo de la destrucción de la vida. Sólo los 40 países más vulnerables a los efectos del calentamiento global han aumentado sus metas y compromisos de cara a reducir las emisiones de CO2.
Polonia cerrará sus trabajos sobre el calentamiento global este viernes, pero con la esperanza de ver sumarse en 2020 a la lucha contra por la vida en la Tierra. No hay un planeta sustituto, es ésta la nave que conduce a la humanidad por el universo. ¿Qué deberá pasar en nuestro mundo para entender que no podemos destruirlo?
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.