Hace unas horas el gobernador Omar Fayad informó en sus redes sociales que dio positivo al Covid-19, que ya se encuentra en cuarentena y que las personas que tuvieron contacto con él siguen los protocolos sanitarios. Agregó que sigue trabajando desde su casa para controlar la epidemia en Hidalgo y concluye con una frase contundente: “Nada nos detendrá para superar juntos esta crisis”.
Es conveniente hacer una consideración justa y responsable de este caso, antes de que empiecen a opinar los que buscan pretextos para enturbiar el ambiente, los pescadores en río revuelto que van a aprovechar para cuestionar y descalificar: Omar no se contagió por andar haciendo politiquería en reuniones grillas, dio positivo al virus por todo el trabajo que ha encabezado para dar la batalla contra la pandemia.
Pudo haberse contagiado en alguno de los lugares donde encabezó reuniones de trabajo, o en centros hospitalarios que incluso de madrugada visitó para monitorear la situación, o cuando escuchó a hidalguenses urgidos de apoyos por este mal.
El jefe del Ejecutivo estatal se contagió por una razón fundamental: por cumplir con su deber y no hacerse sordo a la pandemia. Se contagió trabajando, y si bien tomó todas las precauciones, los que se reunieron con él tal vez no lo hicieron. Es un precio alto por cumplir con su deber, al que no renuncia ni contagiado.
De su labor para hacer frente al Covid-19 todos somos testigos. No es extraño que esté contagiado, como tampoco que lo volvamos a ver, ya recuperado, otra vez en hospitales y en reuniones para continuar esta batalla.
Él simplemente cumplió con su deber y entiende cuál es su papel como gobernador en momentos como el que vivimos. Digo… antes de que se suelten los grillos.