Con las patas. Así trabajaron en el Congreso, dirigido entonces por un soberbio (pero incapaz de hacer bien las cosas) Ricardo Baptista, al integrar la mal llamada reforma electoral de Hidalgo, sobre todo en el tema de la participación de los pueblos indígenas, a los que trató con indiferencia y discriminación. Estas
actitudes comenzaron con la falta de mínima cortesía y respeto a la diputada Adela Pérez, quien representa a los pueblos indígenas de nuestro estado, además de ser la presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas, pues no fue tomada en cuenta por Baptista para los trabajos de una supuesta consulta que fue una verdadera vacilada con los resultados vergonzosos que se tienen, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó la reforma por falta de consulta a las comunidades indígenas, al considerar que se violó el derecho humano a una consulta previa, libre e informada.
La SCJN determinó que la consulta, hecha al gusto de Morena, tuvo muchas deficiencias, entre ellas no respetar el plazo entre la convocatoria de la consulta y su fecha de realización, faltó comunicación entre el Congreso local, no hubo participación de todos los pueblos ni del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, y menos del local. Por todo eso se invalidó el decreto de reforma al Código Electoral de Hidalgo, publicado en los primeros días del mes de septiembre.
CINISMO DE BAPTISTA
La resolución de la SCJN señala que la reforma, en el aspecto concreto de la consulta indígena, estuvo hecha con las patas, sin capacidad y oficio para hacerla y como una clara expresión de la soberbia de un tipo como Baptista, quien enlodó el nombre de Hidalgo con su nefasta actuación en este caso. Pero lo que llama la atención es el cinismo con el que responde a esta situación, pues dice en el periódico de la Universidad que “hay contradicciones en la resolución de la Corte, pues la consulta fue de acuerdo a la ley”, y que por lo mismo se encuentran tranquilos y contentos, “porque le cumplieron a esa población de Hidalgo”.
Vaya desfachatez de este señor, que desde luego se siente más capaz e importante que la Suprema Corte, porque dice que todo lo hizo bien. Su cinismo y soberbia explican por qué, mientras dirigió el Congreso, cometió tantos abusos. Es una pena que le hayan dado esa responsabilidad cuando ahora se ve que su mayor mérito es obedecer ciegamente a su patrón. Le alegra, por otro lado, que esta reforma, con todo lo mal hecha, regirá el proceso electoral del año que viene porque ya no hay tiempo para cambiarla. Si tuviera vergüenza, que se duda, debería pedir licencia de un cargo que le queda grande. Aunque ya se sabe que él sólo sigue órdenes de su patrón. Vaya, que se mueve como a él le mueven los hilos.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.