La llegada de Julio Valera no es casual y se debe ver como el primer paso de una estrategia que tiene como meta ganar el mayor número de municipios en la elección del 7 de junio de 2020, cuando se presenta la oportunidad para ver qué tanto aprendió la lección el partido tricolor de la paliza de julio de 2018 y ver cuántas facturas pagará Morena después de 10 meses de tener el poder en la Cámara de Diputados local, donde son mayoría, y en la Presidencia de la República con AMLO desde diciembre de 2018.
Los trabajos del maestro Julio Valera no son fáciles y semejan los trabajos de Hércules, puestendrá que hacer, entre otras cosas, labor de limpieza como lo hizo el héroe legendario con los dominios de Augías y vencer al León de Nemea que representan ni mandados a hacer los grupos de poder que brincarán por su porción de pastel que exigirán como cuota a su poder, sin olvidar a los trapecistas que intentarán dar el CANEKAZO o SOSAZO, brincando del PRI a Morena, para asegurar dividendos y poder en ese partido que con tal de ganar recibió de todo.
No son fáciles los trabajos de Julio Valera y quienes lleguen al recinto del Colosio, pero es indudable que se tiene un buen diagnóstico del escenario político, pues el solo hecho de que Julio sea diputado nos habla de una excelente jugada para fortalecer la presencia del tricolor en el Congreso, el búnker moreno-sosista, y buscar frenar los abusos en decisiones, actitudes y acciones como el saqueo de los recursos públicos que se adjudicaron los morenos y aliados con mínimo 38 millones para cada uno para apoyar a municipios, o sea para precampañas rumbo a junio de 2020.
Julio Valera, un dolor de cabeza para Gerardo Sosa y Ricardo Baptista
Dos son los campos de batalla para el maestro Julio Valera: los rivales de enfrente, que son principalmente los sosistas-morenos, y muchos de dentro, es decir, priistas que buscarán mantener sus cuotas de poder con amenazas, chantajes y traiciones. Y no hay cómo evitarlo… y no hay mañana, esta lucha ya comenzó.
Como dijo César de nombre Julio al cruzar el río Rubicón: “Alea jacta est”, la suerte está echada.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.