La semana pasada el proyecto “Ciudad de las Mujeres”, ubicado en Tepeji del Río, resurgió por el corrupto recuerdo de haber desaparecido millones de pesos que le otorgaron instancias federales.
Guadalupe Romero de Olvera dejó su sello perfecto con este último elefante blanco que cuenta con instalaciones de baja calidad, pues de acuerdo a las costumbres del DIF estatal se desviaron recursos inflando cantidades en costos de construcción.
Ante la lucha contra la corrupción que encabeza el gobernador Omar Fayad, fue inevitable realizar cambios en dicha institución con miras a generar resultados y no prebendas, aunque la misión ha resultado más difícil de lo que parecía, pues la exprimera dama y su gente cercana dejaron un verdadero desastre.
Para nadie resulta extraño que el DIF Hidalgo, que dirigía Romero de Olvera, no aplicara recursos federales que fueron a dar a paraísos fiscales y lo que quedaba formaba parte del sistema de compensaciones de los administrativos que, acostumbrados a lucrar hasta con los materiales de limpieza y artículos diversos para gestiones, les resultaba un tema sumamente natural.
En el lenguaje de los olveristas esto no era un robo ni enriquecimiento ilícito, sino un “ser vivos”; sumergidos en corrupción y códigos internos buscaban la validación de sus delitos entre ellos, pues la vida holgada sin responsabilidades siempre les ha caracterizado.
Mientras tanto, Hidalgo continúa con rezagos y carencias, por supuesto, gracias a la corrupción de Guadalupe Romero y sus huestes, que aguardan en sus ratoneras ansiosos de volver a ser convocados para disfrutar la vida a costa del erario público y a cambio de unos cuantos favores.
Este tema podría volver a saltar a planas locales sorprendiendo con procedimientos judiciales y hasta detenciones en contra de los exfuncionarios delincuentes, tal como ha sucedido en la SEPH y Radio y Televisión, pues cuentan que en el DIF Hidalgo hay muchos implicados con historias más interesantes que el aburrido Sergio Islas. Rateros: a cuidarse.
