La erosión política que vive el Partido Revolucionario Institucional no se explica exclusivamente por los magros logros del sexenio, sino porque la nominación de José Antonio Meade como candidato presidencial vulneró toda lógica de vertebración orgánica del partido de Tata Calles.
Los hilos conductores y el cálculo de nominar al exsecretario de Hacienda como precandidato-candidato a la Presidencia de la Republica, bajo la estela de ser un “arquetipo” de servidor público eficiente y de no pertenecer al tricolor, y con ello aumentar las simpatías en aquellos que no son tricolores, fue un error garrafal que hoy tiene en vilo a las fuerzas del partido hegemónico.
Aunado a este marasmo, el PRI está en una crisis: la nominación de Meade ha abierto heridas de lealtad que no son controlables con un “cierre de filas”, máxime cuando no se juega sólo con la pertinencia ideológica del partido, sino también del futuro de los cuadros dirigentes y en un tenor menor de las bases militantes.
Meade constituye una ruptura identitaria del tricolor, una amenaza tácita a las lógicas del poder interno y encierra un doble juego de veleidades. Por una parte, pese a ser signado como un funcionario público de corte tecnocrático y sin filias políticas, Meade tiene más cercanía con el estilo de hacer política de Acción Nacional que con el tricolor; en segundo término, para los cuadros dirigentes entregarle el poder a un tecnócrata y no a un político encierra decisiones oscuras y por ende un escenario incierto para la pervivencia de su clase de convertirse Meade en presidente, escenario que se ve muy, muy, lejano.
Meade, además, está precedido de un sinsabor de ilegitimidad al interior del PRI, condensa la ruptura de la lógica interna, por lo que el llamado al cierre de filas que envía como mensaje al incorporar a Miguel Ángel Osorio Chong, candidato natural y legitimo del tricolor que no fue nominado, pone en riesgo su ascenso al poder, porque admite que la fuerza del partido no deviene de su “imagen y poder”, sino de los priistas.
El cierre de filas es en realidad un intento agónico por revertir el proceso de erosión del tricolor, pero es una flecha en el corazón.
Mi viejo decía: “El amor y la amistad son de una sola vez, cuando se fisuran, el fin está próximo”.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.