Cierre de campañas y agenda política en Hidalgo

Hidalgo, al igual que el resto del país, está a la expectativa de los cierres de campaña, donde el poderío guinda se confirmará, ya que la oposición nunca logró diseñar una imagen o discurso político convincente. Sólo MC parece presentarse como una alternativa política joven y con expectativas de crecimiento en la próxima década.

El último debate presidencial deja la certidumbre de que México tendrá una mujer en el Poder Ejecutivo de la nación.

 

Los grandes temas que desahogó el debate presidencial dejan pendiente la agenda política que habrá de desarrollarse los primeros cien días del siguiente gobierno, donde las promesas de campaña tendrán que dar paso a una nueva ventana de oportunidades sociales.

 

Hidalgo amanece en la expectativa del cierre de campañas, donde, sin duda, no existe incertidumbre sobre el poderío guinda y la renovación del mapa geopolítico de Morena Hidalgo. Se perfila desde hace meses la consolidación del proyecto de alternancia política que, en términos estrictos, iniciaron las constantes visitas de López Obrador al entonces gobernador Omar Fayad, precipitando que el statu quo de la política local habría de dejar 90 años de dominio del antiguo régimen.

 

Al inicio de este proceso electoral la oposición política, en el país y en Hidalgo, tenían la esperanza de alentar una reacción fundada en el miedo social, estrategia política y slogan proselitista que no causó ni frío ni calor a la ciudadanía que, en su mayoría, estaba visualizando la prolongación del mandato de López Obrador desde el bastón en manos de Claudia Sheinbaum, condición que permeó en el imaginario colectivo en el país.

 

En la atomización de fuerzas políticas, Movimiento Ciudadano ha resultado clave. El partido naranja y la postulación de Máynez quitarán votos a la alianza del antiguo régimen, en especial los de aquella generación que encuentra en el modelo socialdemócrata y en los “jingles”, una alternativa política joven y con expectativas de crecimiento en la próxima década. En Hidalgo, la postulación de Adriana Flores al Senado hizo lo propio, se constituyó en un proyecto político de “tercera vía”.

 

Si atendemos a lo realizado por la alianza opositora del antiguo régimen el saldo es contundente: se anquilosó en la retórica de la vieja política.

 

La alianza opositora en Hidalgo no encontró la brújula que le permitiera diseñar una imagen y discurso político convincente, que causara la zozobra de la marea guinda. En lo sustantivo, la actitud beligerante, como la protagonizada por Carolina Viggiano con el CCE Hidalgo; la carencia de renovación de cuadros de poder encabezada por Alito Moreno; la antidemocracia partidista que ocasionó la desbandada de Miguel Osorio y el GPI con Omar Fayad; y el extravío de una campaña que intentó emular y superar en propuestas los logros de las transformaciones de López Obrador y Julio Menchaca; se han convertido en el epitafio y la crónica de una muerte anunciada que, en los debates presidenciales, se desgastó en la imagen de Xóchitl Gálvez que evidenció que el agua y el aceite no se mezclan.

 

En este trazo álgido del escenario político se precipita en Hidalgo no el resultado de la elección que, por cierto, el IEEH garantiza que tendremos resultados preliminares en la noche del 2 de junio, sino en la agenda presidencial del futuro gobierno y los vínculos políticos con el gobierno de Julio Menchaca, el cual se apresta a la aplicación de la Operación Hidalgopara depurar las estructuras de gobierno.

 

Quedan atrás meses de trasiego electoral, se acerca la hora del recuento de escaños y el fantasma del carro completo guinda en Hidalgo, ya traza las horas de angustia de aquellos que se encuentran visualizando el reacomodo político en los 84 municipios para emprender la migración política.


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