Desatada la guerra económica entre China y Estados Unidos, el coronavirus aparece como la espada que acuchilló el lunes 9 de marzo a las principales bolsas de valores, iniciando por la de Nueva York.
La tesis central es que el coronavirus ha sido, en realidad, una gran cortina de humo del gobierno chino que consistía en depreciar el valor de diversas compañías de occidente, comprar acciones y, una vez capeada la tormenta de esta enfermedad, esperar su revaloración en los mercados internacionales para lograr un control de estas compañías.
Lo espeluznante del caso es que no hablamos de un cuento o película de espionaje, sino de condiciones factibles del uso de la inteligencia financiera que habrán de prospectar los apetitos de la geoeconomía internacional, en donde China, Rusia y Estados Unidos son los principales contendientes.
En el análisis crítico de esta trilogía entre China-Rusia-Estados Unidos, todo apunta a que no sólo se enfrentarán en materia económica, sino que usarán conflictos bélicos para tratar de influir en los mercados y con ello debilitar al oponente, cuestión por la que debemos esperar mayores desencuentros entre estas potencias y, por ende, el estremecimiento de las economías menores, entre ellas México.
Para colmo de males, los precios del petróleo se han desplomado y Rusia insiste en que no disminuirá su producción, lo que vaticina condiciones difíciles para México, que ha decrecido económicamente y ahora enfrenta un clima internacional poco menos que dantesco, por lo que habrá de poner las barbas a remojar.
En esta lectura de la realidad, si bien es cierto que el coronavirus es causal peligrosa de enfermedad y muerte, no lo es menos el hecho de que se haya convertido en una estrategia económica para acuchillar producción y empleos, esto es demencial y ya tiene en vilo a muchas economías que se traducen en personas lastimadas. Dicho en otras palabras: es tan cabrón que el coronavirus mate, como que las personas se mueran de hambre al perder su empleo.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
