La crisis del coronavirus nos ha puesto en jaque a todos. Los gobiernos no saben qué hacer, los medios no saben qué hacer, las personas no sabemos qué hacer, pero pretendemos que sí y estamos arruinándolo todo con nuestra ignorancia. Los mexicanos hemos tomado una actitud desafiante frente a las indicaciones de las autoridades: hacemos teorías sobre el virusy decidimos creer, como en un acto de fe, que la enfermedad simplemente no existe y es un invento del gobierno.
Salimos a la calle para cosas que no son indispensables, vamos por el mundo saludando afectuosamente a los otros, desafiando a la enfermedad. Salimos a los parques y plazas como si fuera de vital importancia hacerlo justo en estos momentos. Por ello, el domingo la presidencia municipal de Pachuca decidió clausurar las principales plazas del corazón de la ciudad para evitar que la gente permaneciera en ellas.
El tema es muy debatible, pues el espacio público tiene la virtud de ser una zona abierta que existe para que las personas la utilicen y se apropien de ella. Sin embargo, los mexicanos tenemos una falla cívica originaria que nos imposibilita para hacer caso de las indicaciones que nos da la autoridad; por ello, a pesar de que muchos parques y plazas fueron cercados con las cintas de clausura, solamente unas horas después las personas las habían quitado y se habían metido a los puntos sin reparo alguno.
México para los mexicanos, decimos, y es verdad. Es increíble cómo la ignorancia es el gran cáncer de nuestro país, en otros lugares del mundo nadie tendría que clausurar una plaza para que la gente entendiera que no puede pasar, que no puede ser tan egoísta y tan tristemente irresponsable.