Las candidaturas independientes implican dos problemas, el primero atañe a la democracia y el segundo, a la viabilidad en un país como el nuestro. En esta entrega profundizaremos en el segundo, ya que será la primera vez en la historia de México en que dos candidatos independientes contenderán por la Presidencia de la República.
Es posible que estas figuras representativas funcionen a nivel local, sin embargo la situación cambia cuando se trata del mayor cargo de una nación. Esto se debe a que, si el aspirante logra su cometido, no tendrá al Congreso de su lado, frenando así todo intento de cambio positivo; el resultado de este experimento sería, sin duda, un desastre para el país.
Al analizar el tema vemos las primeras dificultades: alcanzar el número de firmas necesarias para tener derecho a competir. Y es que no solamente se trata de convencer a los ciudadanos, que sus firmas sean válidas, lo cual se logra al tener credencial vigente, ser reales y no duplicadas.
Esto quiere decir que si una persona simpatizó de manera informal por dos precandidatos independientes, su firma será válida sólo para el primero al que apoyó; si éste declinase, se le entregará al segundo.
Otros requisitos son tener el 1% de la lista nominal con fecha del 31 de agosto del año anterior a las elecciones en 17 de las 32 entidades (50% + 1).
En resumen, los candidatos independientes no tienen futuro para ciertos cargos, como el de presidente o gobernador; sinceramente, dar un voto para uno de estos candidatos es un desperdicio.
Por: Armando Nieto Hernández
Licenciado en Derecho por la Universidad La Salle Pachuca; maestro en Derecho Procesal Constitucional por parte de la Universidad Panamericana; miembro del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México. Jurista, filósofo, escritor, amante del arte, la poesía, la música, los libros y el buen vino. Especialista en temas de carácter constitucional, político y económico-social.
