Lo que se ve, los hechos que se empiezan a dar, nos hablan de que las campañas de los candidatos Julio Menchaca de Morena, Carolina Viggiano del PRI y Francisco Xavier de MC, pueden convertirse en una carnicería, en que se busque destrozar al rival y dejar de lado la propuesta o la esperanza de mejores días, por todo lo que ha provocado de dolor y daño en general la pandemia que no acaba de irse y un escenario de división y enfrentamiento en todo el país.
Una gran parte de ciudadanos tiene dolor por los efectos de la pandemia que ha lastimado a sus familias y dañado, sin duda, su economía y muchos siguen viendo que la actividad política es un gran negocio de unos cuantos, que pagamos todos y, sin embargo, con la esperanza de que todo este proceso, principalmente las campañas, sean escenarios de mejores caminos en todos los órdenes de la vida y, sobre todo, de sensibilidad real para con las familias y espacios de esperanza en esta larguísima noche .
Si de verdad buscan el poder para servir a las familias y mejorar al estado, debe quedar claro que no es la propiedad de grupos o personajes muy conocidos por haber hecho del poder un camino de enriquecimiento y poder para ellos, sus familias, amigos, conocidos y aliados.
Lo que se espera es que en la lucha por la gubernatura nos convenzan con apuestas de honestidad y de progreso desde las campañas, y no que se muestren como ambiciosos del poder y que para lograrlo no se detengan ante nada, por aquello de que el fin justifica los medios.
Y lo que vemos ya son acciones de las que se califican como guerra sucia, pues lo mismo se acude a la autoridad electoral para denunciar a uno de los candidatos por supuestos actos anticipados de campaña o uso de símbolos religiosos, que se inventan carteles para demostrar que un candidato es antifeminista, en escenarios confusos y poco claros, pero que dejan ver la intención de recurrir a todo con tal de ganar.
Y faltan todavía los debates, que con un formato que permite más intervenciones se pueden convertir en teatro de lodo y jitomatazos que pueden divertir y dejar como lectura final que todos son pecadores y, como en el libro sagrado, no hay una sola alma justa que salve el momento.
Si lo que se va a privilegiar en las campañas va a ser la denuncia y las acusaciones, el lodo en contra del de enfrente y lo que se conoce como guerra sucia, que no necesariamente debe venir del ejército de enfrente, porque también se da el «fuego amigo» que provocan supuestos aliados, pocas esperanzas nos quedan de tener una campaña sana, porque al final todos perdemos, aún los que sean supuestamente ganadores.
Por la situación que se vive, golpeados por la pandemia y por un escenario de división y enfrentamiento nacional, parece que la apuesta del voto el 5 de junio se inclinará por quien nos represente un escenario de esperanza y unidad, de reconciliación y de solidaridad y que quien signifique división y necedad, abuso y poca claridad será rechazado.
La mayor parte de los ciudadanos ya se dieron cuenta y son conscientes de que los candidatos tienen la tribuna y la palabra, pero que quien decide y debe marcar los rumbos del poder son ellos, porque tienen en su poder lo que dice quien sí y quien no, que es el voto.
Así de sencillo y lógico.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.