Vaya con Ricardo Baptista, que de pronto se envalentonó y, rodeado de los legisladores sosistas (no morenos) y aliados del PAN y del PES, como el ratón vaquero sacó sus pistolas, se inclinó el sombrero y amenazó diciendo que «terminaba con la vigencia de cualquier pacto de civilidad con el gobernador», debido a la intromisión y actos de beligerancia contra el grupo legislativo de Morena en el discurso y en los hechos.
Afirmó, además, que no hay dos grupos de Morena, sino uno, y exigió que el mandatario «deje de querer influir en el Congreso».
¿UN DIPUTADO LIBRE?
La de llantos que se soltaron tras lo declarado por Baptista, diputado libre, soberano, autónomo y sin hilos que lo muevan como títere. No, señor, era la voz de un político que no se inclina ante su amo, ni se desvive por acatar ordenes de un jefe al que le deba todo y, por lo mismo, servil -que no servicial- a la voz del amo.
Dice un refrán popular, cuando alguien exige o reclama de los de enfrente conductas que, en su caso particular no puede sostener por ser una muestra de lo contrario a lo exigido: EL BURRO HABLANDO DE OREJAS, que aquí, con todo respeto, como dice AMLO parece cumplirse al pie de la letra.
SOSISTAS, HISTORIA DE INJERENCIAS
Baptista se queja de intromisiones del gobernador con los morenos y que por ello rompe el pacto de civilidad, que se debe entender como una declaración de guerra. ¿Tiene argumentos don Ricardo para asumir esta actitud? Se debe suponer que el señor no tiene cola que le pisen y que ha sido un ejemplo de respeto y de solidaridad con el gobernador, y que en caso contrario, la boca se le haga chicharrón.
EL QUE ESCUPE AL CIELO
La verdad es que escupe al cielo, porque los sosistas, que son mayoría en el Congreso, son parte de una historia lamentable no sólo de intromisiones contra el gobernador, sino de agresiones y acciones miserables buscando dañar el trabajo del Ejecutivo. Recordemos que, cuando todavía no tomaban posesión, ya andaban presionando al Congreso del estado que en su última sesión decidiría cosas que no les gustaban. Rodearon la Cámara de Diputados, se brincaron las rejas y luego se hicieron las víctimas, cuando ellos fueron los provocadores; después, apenas iniciando su periodo, se atrevieron a pedir juicio político contra el gobernador, en una acción que los definió desde el principio como incapaces de hacer buena política y, en cambio, atentos y obedientes al amo. Desde luego, su iniciativa no prosperó y fue el segundo show cómico musical de los morenos/sosistas.
DE INTROMISIONES Y VENGANZAS
¿Se puede hablar de no intromisión con el Ejecutivo con este proceder?
Por supuesto que no, ellos traen la consigna de revancha y venganza de la garza mayor y no les queda otra que volar por donde él les marque.
Pero eso no es todo, porque ya en plena carrera los diputados fueron al Senado a solicitar la desaparición de poderes, porque desde su punto de vista el gobernador había lesionado sus derechos en distintos actos. Era obvio que Ricardo Monreal, con todo respeto, los mandaría al diablo.
Y con esa ya iban tres agresiones disfrazadas de justicia de los sosistas contra el gobernador. Después, en la discusión del presupuesto, se apropiaron, por sus pistolas y para metas electorales disfrazadas de apoyos a los municipios, 750 millones de pesos y casi 500 millones para la universidad del patrón y para las 18 restantes migajas.
Por si fuera poco, le abrieron el Congreso a Gerardo Sosa para que fuera a defenderse de las especulaciones por los 250 millones de dólares que siguen congelados.
TODOS CONTRA FAYAD
En cada ocasión que se les presenta, arrean contra el jefe del Ejecutivo del estado en una lucha que llevan perdida, porque AMLO una y otra vez ha demostrado la buena relación con Fayad, lo cual parece enfurecer a su pastor y guía, que tiene muestras claras de no ser bien visto por el presidente. Los logros de Fayad y su buena relación con AMLO son un muro que no podrán saltar las garzas, así suelten espuma por la boca.
Pero si cerrarse al pacto de civilidad significa golpear al gobernador por la espalda, ya es otra cuestión con costos que pagará quien cree esas facturas.
Por lo pronto, es de risa la declaración de don Richi, que exige lo que no da, aunque se rasgue las vestiduras, mientras la porra lo saluda con el grito de «el burro hablando de orejas».
Tan-tán.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.