De pronto los voceros del sistema y defensores agazapados del PRI, y por ende de su candidato José Antonio Meade, mostraron la cara de la derrota pues ya no le pelean a AMLO la Presidencia con el voto ciudadano y recurren ahora a señalar con “preocupación” de fariseos que el Peje está tan enfermo que no podrá ejercer el cargo y dan una serie de datos que alguien les confío como parte de la observación que se hace con lupa del tabasqueño.
No otra cosa son los artículos escritos por Pablo Hiriart en la columna “Uso de la razón”, y antes Raymundo Riva Palacio en “Estrictamente Personal”, donde buscan descalificar a AMLO como aspirante a la Presidencia por su enfermedad, además de que se escandalizan porque se atienda con médicos particulares y no en el Seguro Social.
Queda claro que si está enfermo, se está tratando y con buenos médicosp, porquede otro modo no resistiría el ritmo del trajín; que si no va al Seguro a lo mejor por la duda razonable de que puede entrar caminando y salir con los pies por delante, y más vale ser prudentes.
En todo caso la enfermedad se cura con medicinas y tratamiento, pero la ineptitud no, y en los últimos sexenios hemos tenido a gente inepta en Los Pinos, como Fox, Calderón y Peña Nieto.
Las encuestas hablan todos los días y eso siembra miedo en los partidos que sienten la derrota. El debate del domingo tendrá en el tema de la salud del Peje un campo amplio para los que buscan descarrilar el tren de MORENA en el que, se ve, viajan millones de mexicanos.
Una cosa es clara: la enfermedad se cura… la ineptitud, no.