El puntero de las elecciones presidenciales parece imparable y después del debate no se observa escenario posible que lo haga descender del 48% de aceptación del pueblo, que cada vez lo aclama con mayor fuerza.
La presencia mesiánica de Andrés Manuel López Obrador ha generado millones de especulaciones, de entre las cuales ha destacado la idea de repetir un magnicidio como única posibilidad real de hacerlo perder las encuestas.
El PRI enfrenta tanto enojo del pueblo que es imposible cometer un fraude electoral, pues ante todas las miradas, ¿cómo podría hacerlo? No existe posibilidad de retomar viejos mecanismos con los que llegaban a la Presidencia.
Por ejemplo, en 1994 la maquinaria priista tuvo la sangre fría de asesinar a su candidato: Luis Donaldo Colosio, generando tal efecto que el ganador definitivo de la siguiente elección fue un personaje totalmente gris: Ernesto Zedillo Ponce de León.
La mafia del poder no perderá su fuerza de forma sencilla, se puede decir que negociará con quien tenga que hacerlo para continuar con la protección e impunidad que le permite vivir sin preocupaciones, y todo apunta a que su favorito será Ricardo Anaya Cortés, el candidato albiazul, amarillo y naranja.
La única opción para el exinvencible es cambiar a su candidato, enfermarlo o asesinarlo para que pueda llegar alguien más en su lugar y contienda con Andrés Manuel López Obrador, aunque este escenario tampoco es prometedor.
El efecto López Obrador es imparable, no existe personaje ni situación que desacredite su imagen de político honesto ni el amor que ya le profesa el pueblo, pues es la única voz que se alza representando todo su enojo, pero también sus intereses.
El Peje parece ser la única esperanza que le queda a México para salir de las pésimas condiciones en las que se encuentra hundido y ahora se ha vuelto “El Invencible” de la contienda, con todo el riesgo que eso implica.