Estrepitoso y vertiginoso es el péndulo en el que oscila el nuevo gobierno, que sufre ante las reacciones de AMLO, las cuales suelen ser inesperadas e insólitas, y causan estragos en los pendejos que esperan un convencionalismo de las formas políticas que ya no existe; gloria para aquellos que entendieron que gobernar no es para los de cuello duro, sino una forma de caminar en la vida.
A diferencia de Fox y Peña Nieto, AMLO no comete desatinos o pendejadas de dicción o en la precisión de las ideas, pese a que es lento para hablar y que los años le pesan en su cabecita de cebollín, pero es contundente y cabrón, no acepta mamadas y pone en su lugar a cualquiera; es protagonista y le gusta serlo.
Hasta ahora, la popularidad de Manuelovich se mantiene inalterada, ha sorteado momentos cabrones que él provocó con situaciones como el control de la gasolina o la carta que le envió al Rey de España. Es un nuevo Juárez, porque ni el viento lo despeina y mucho menos lo inmuta; tiene mando y elpaís oscila hacia donde él considera, lo mismo desde el Senado hasta la Cámara Baja, que por cierto es casi suya.
Todavía es muy pronto para saber si su sexenio será exitoso, por lo pronto la corrupción no lo aqueja de manera personal y a sus gobernadores morenos no los ha manchado la corrupción o la impunidad, todo está en calma y los pronósticos económicos, pese a ser discretos, no lo despeinan, por lo que habrá por lo menos que esperar al balance del primer año.
Destacable es la fuerza del efecto político AMLO, el crecimiento de la estructura de Morena es la envidia de las fuerzas opositoras y de la chiquillada política, por lo que el barco navega y no hay vientos en contra, cosa con lo que pocos, muy pocos políticos han contado en su capital para conducir al país.
Entre el sufrimiento de la clase política opositora y la gloria de sus palabras, el tabasqueño camina pausado, con serenidad, austero; parece no temerle a los intereses de quienes se han visto apabullados; no usa guaruras y no los quiere usar, quizá es un muchacho alegre o un loco de la política, pero algo queda claro: tiene unos huevotes de gallina negra.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.