Con gran tristeza nos enteramos del fallecimiento de la gran cantante norteamericana de nacimiento, pero mexicana de corazón, Betsy Pecanins, a los 62 años, a consecuencia de un paro cardíaco tras una penosa enfermedad.
En la década de los ochenta, el jefe de redacción de la revista Tiempo, Jorge Fernández, la entrevistó; tras leer su entrevista pude asistir al concierto que daba en el Teatro de la Ciudad. Desde el último piso del lugar -que fue para lo que me alcanzó- quedé cautivado por esa potente voz que cantaba con gran sentimiento “I’m a woman”, un clásico de Muddy Waters.
Desde entonces seguí su carrera con gran interés. Compraba sus discos con ansia y se me enchinaba la piel cuando escuchaba su versión a capella de la tradicional Summertime, que demostraba que era la Reina del Blues mexicano.
La acompañé al Centro Nacional de las Artes en su concierto de los Beatles; con Margie Bermejo en Los Televiteatros, o en el Zócalo al lado de Eugenia León y Tania Libertad.
Cuando Arturo Ripstein la seleccionó en 1993 para doblar las canciones de Lucha Reyes en “La reina de la noche”, que estuvo interpretaba por Patricia Reyes Spíndola, no estuve muy convencido, pero descubrí con sorpresa que ella había inventado el blues ranchero, con canciones como “La tequilera” o “La chancla”.
Su precaria salud hacía que sus presentaciones fueran esporádicas, como nos lo confesó en un concierto en el teatro Xola desde una silla de ruedas. Pero el colmo de la mala suerte ocurrió cuando sufrió de disfonía espasmódica y comenzó a perder la voz.
El año pasado dio un concierto titulado “El ave fénix” en el Teatro de la Ciudad, el que varias intérpretes le hicieron un homenaje, entre ellas Regina Orozco, y que se puede ver en YouTube.
Betsy nos deja como legado 14 discos y una tristeza inconmensurable.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.