Abraham es el nombre del patriarca mayor de la Biblia, al que el creador designó para ser la piedra sobre la que se construiría la generación que permitió el nacimiento de Jesús, y por lo mismo es “el padre de Pueblos”. Abraham supo ser fiel y leal, su nombre se repite en todos los días de la historia como un gran personaje, con el respeto de todos; es el padre del pueblo israelita y el iniciador del tiempo nuevo.
Ese es el Abraham de Oriente. En Hidalgo también tenemos nuestro Abraham y es don Abraham Mendoza, sin duda una buena persona y un buen médico, y ni se diga como hombre de izquierda y muy conocido por AMLO, tanto que desde el año pasado es el delegado de los programas de desarrollo del nuevo gobierno en nuestro estado y, se supone que por el poder que este nombramiento le da, se convierte en una especie de vicegobernador por todos los resortes que puede manejar.
Eso se dijo y razón no faltaba, porque de golpe y porrazo se hizo depositario de toda la confianza del presidente y se supone que es el mero mandón en los programas que deben tener el mayor impacto en la sociedad; sin embargo, parece que algo falló, porque don Abraham no ha sido lo que se esperaba de él.
No es posible que a estas alturas Abraham Mendoza no brille por el cargo que tiene ni influya en la vida política de Hidalgo, y por lo mismo que no sea protagonista en el escenario actual. Se ha dejado comer el mandado por personajes oscuros y mal intencionados, por el manejo faccioso de la política que hace el Grupo Universidad, que le arrebató la presencia en el estado, tanto que este grupo quiere aparecer como el gran actor de Morena y no don Abraham, que sí tiene la confianza de AMLO, a diferencia de los emplumados.
Los observadores de la vida política en Hidalgo advierten un dominio de este grupo sobre lo que es y debe ser el delegado, en una especie de acuerdo o sometimiento de don Abraham, que por otro lado no ha podido poner orden en el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS), que ha causado el reclamo de por lo menos 35 alcaldes. Otro tema delicado es que se sospeche de mal manejo de los programas por parte de subdelegados y delegados, que parece hacen su agosto.
Don Abraham es bien aceptado porque es moreno de verdad, pero algo tiene que andar mal cuando surge la sospecha. De suyo Morena no es un partido fuerte, porque sin el apoyo de la imagen de Obrador no tiene presencia ganadora.
Se avecina la elección del 7 de junio y si los verdaderos morenos no rescatan a su partido de los chapulines que ya se sienten con las candidaturas en la bolsa, si no tienen la fuerza para cortarle las alas a las garzas abusivas, la gran victoria de julio de 2018 se puede convertir en la próxima gran tragedia.
Otros partidos, como el PRI, no se duermen en sus laureles, ni se tiran al suelo por la paliza que se llevaron, más bien se organizan y resucitan. No hay que olvidar que los políticos, aunque estén enterrados y con lápida, nunca están del todo muertos.
Si don Abraham no recupera el poder que le dio el presidente, será uno del montón porque habrá dejado pasar la oportunidad que la historia le dio para hacerse de un lugar. Sin duda, hay mucha diferencia entre el patriarca Abraham y el Abraham de Tula, uno ya escribió su historia y el otro se niega a ser un personaje en las páginas de Hidalgo.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.