“A tu jefe no le importas”, leo en una publicación de Facebook. Pienso en lo verdadero que es, en lo representativo. Minutos después leo una publicación del Patronato Universitario de la UAEH que dice: “El tiempo nos dará la razón… Por siempre líder #TodosContigoGSC”.
Entonces pienso en la triste maquinaria que son algunas instituciones, en lo manipulables que somos las personas y en lo que somos capaces de hacer en nombre del trabajo. Sí: el trabajo es importante, nos da para vivir, nos permite hacer planes, tener un camino más o menos estable (dadas las circunstancias actuales), pero nada más. Esta romantización del trabajo está muy dentro de la cultura mexicana, pero está mal.
El trabajo es un intercambio, no es un regalo, no es dinero ni derechos que alguien decide regalarte. No. En el trabajo se paga por una actividad, no por tu lealtad, no por tu ideología, no por la dignidad con la que vas por la vida. Todas estas ideas vienen a mí cuando pienso en esa publicación del Patronato Universitario (en cuyo nombre ya hay una fuerte declaración de valores).
Desde que Gerardo Sosa fue encarcelado por supuesto lavado de dinero, la universidad no se cansaba de defender que la institución no era una persona, sino toda una comunidad. ¿De verdad? ¿Qué razón es la que se obtendrá con el tiempo? ¿Qué gana cualquier trabajador común de la institución al defender a un jefe al que no le importas? ¿Qué camino tomará una universidad pública luego de que su cabeza, porque así son las cosas, ha experimentado el encarcelamiento? ¿Qué planes hay para el “líder” y el espacio que gobierna?
Asusta mucho pensar en eso, pero asusta más pensar en que la universidad pública más importante del estado tenga en sus filas a gente que pone las manos en el fuego por un sujeto con el historial de Gerardo Sosa.