Han pasado dos décadas desde que los Tigres abandonaron la capital y todavía cuentan con una gran afición, como lo demuestra que los boletos para su serie con los Diablos se hayan agotado el mismo día que salieron a la venta.
El equipo comandado por Adán Muñoz apostó esta temporada por el picheo, pero en su serie contra Yucatán perdió a dos de sus estelares: el venezolano Wilfredo Boscán, quien marchaba como líder en efectividad de la liga, y el norteamericano Jared Wilson. Mermados por esta situación, los felinos fueron acribillados en los dos primeros juegos de la serie, en el estadio Harp Helú, por 18 a 2 y 12 a 5, logrando el juego de la honra por 6 carreras a 0, con un buen picheo de Felipe Arredondo.
Siendo uno de los equipos más débiles a la ofensiva, los Tigres mantuvieron a sus baluartes extranjeros Rubén Sosa y Reynaldo Rodríguez, colombiano que fue el máximo jonronero la temporada pasada y aún no se ha estrenado este año. Se extrañó al veterano receptor Francisco Córdoba, quien se fue para la calle en 20 ocasiones el año pasado y mudó de franela.
El norteamericano Nick Akins no pudo hacer el trabajo como cuarto bat y fue sustituido por el viejo conocido Henry Rodríguez. El resto son jugadores noveles, como Erik Migueles, el receptor Alexis Wilson, Lizárraga y los ya más curtidos Manuel Orduño y Alex Robles.
El picheo lo complementan Javier Solano, Terence Marin y el buen cerrador curazaleño Floranus. En un cambio con los Diablos, obtuvieron a los lanzadores Carlos de León, Fabián Anguamea y Octavio Acosta, para tratar de reforzar su picheo, con el que tienen esperanzas de llegar a la postemporada.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
