Los asuntos de la política y los políticos suelen ser tan intrincados como la corrupción e impunidad que han generado a nivel mundial.
Habitualmente, los ciudadanos solo reciben muestras de gobiernos fracasados que nunca les cumplieron, que jamás crearon las oportunidades de desarrollo e igualdad social y que mucho menos han generado dignidad humana.
Por el contrario, la sumatoria de las atrocidades perpetrada por la clase política a nivel mundial es pobreza y miseria social, discriminación y negación de los pueblos originarios o grupos étnicos, violencia de género, hambrunas y desolación, corrupción e impunidad; venta de recursos naturales para su beneficio propio; golpes de Estado, crímenes y represión social; ignorancia y desamparo social; élites vende-patrias y un largo etcétera.
Si me he quedado corto en esta serie de atrocidades no es por falta de memoria, sino por la náusea social que puedo provocar y que es como una herida con pus que no viene al caso mostrar.
Pero los pueblos no tenemos memoria, o nuestra memoria es a corto plazo; seguimos encumbrando a una clase política que nos insulta, nos explota, nos humilla y nos termina vendiendo al mejor postor como carne de cañón que se utiliza para prohijar sus riquezas y la de las élites de las que suelen ser juez y parte; mientras nuestros hijos, llenos de lombrices, no tienen un porvenir porque nosotros, al alimentar a esta clase política, nos hemos convertido en los hacedores de la muerte social.
Cuando gobernó Vicente Fox corría un apodo a sus espaldas: “el 40”, porque se decía que era cinco veces más pendejo que el Chavo del 8. El apodo se popularizó y hoy diferentes estratos sociales, cuando hablan de un político sin habilidades cognitivas ni de ejecución en el Estado y su ejercicio de gobierno, pasa a ser un 40.
Pero esos no son otra cosa que la propia expresión de nuestra pendejería social, porque somos los ciudadanos los que en la mayor parte de los casos los hemos encumbrado en los puestos públicos, convirtiéndonos en sus sirvientes o neoesclavos; condición de la que nos hemos vuelto cómplices, ya sea por nuestra ignorancia política o nuestra carencia de conciencia social, que, en ambos casos, nos señala como los verdaderos 40’s.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.